Ciclo B. XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio del día de hoy, la parábola del joven rico, es un canto al esfuerzo que
debemos hacer por alcanzar la sensatez humana y el orden jerárquico que debemos
dar a nuestras prioridades y aspiraciones en la vida. “¿Qué debo hacer para
alcanzar la vida eterna?” (Mc. 10, 17) es una pregunta que surge desde la
profundidad y sinceridad de una persona que quiere vivir comprometido con su
propia fe y responder con generosidad a la llamada de Dios. Se da cuenta que no
puede solamente “cumplir” con lo establecido desde la costumbre y la rutina sino
asumir una exigencia desde la radicalidad a Dios en el servicio a los hombres. El
pasaje de Jesús con el hombre rico nos enseña que no basta guiarse por lo
establecido para ser discípulo de Cristo. Hay que seguirle. Jesús intenta aplicarle el
principio general de la renuncia, en este caso “vende lo que tienes y da el dinero a
los pobres” (Mt. 10, 20). Slo desde la superacin de los apegos, desde la
capacidad de renuncia a todo aquello que nos impida el encuentro con Jesús
seremos capaces de vivir la frescura del Espíritu que nos lleva a una mayor
identificación con la verdad evangélica.
¿Cuáles son “las riquezas” que me obstaculizan esa mayor adhesin al Seor?. ¿De
qué debo desligarme para sentirme más libre en la respuesta a Dios? Estas son
algunas preguntas que nos debemos hacer a la luz de este pasaje evangélico. El
mundo secularizante de hoy nos tienta fácilmente hacia el consumo, la vida fácil, la
consecucin del tener sin importar los medios… y, sin embargo, un cristiano con
criterio deberá mirar el rostro y la cruz del Señor para ofrecerse con disponibilidad
hacia su estilo de vida.
La experiencia del joven rico nos llama a la conversión. Convertirse, en clave
evangélica desde el episodio de hoy, es priorizar la llamada del Señor a cualquier
gusto personal que obstaculice la libertad y la opción por el Reino. Quien quiere
tener de todo y disfrutar de todo corre el riesgo de perderse lo mejor: el amor de
Cristo que toma la iniciativa al invitarnos a seguirle y que desde nuestra
responsabilidad y exigencia personal debemos acercarnos a Él para hacer de
nuestra vida un encuentro gozoso que contraponga nuestras ansias materiales con
nuestra vivencia espiritual que emerge de la fe.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)