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La pregunta de la vida
28º Domingo del Tiempo Ordinario (Mc 10,17-30)
14 de octubre de 2012
Hay preguntas y preguntas. En algunas nos retratamos por entero, y nos jugamos
lo que más nos preocupa o más queremos. Hay preguntas en las que nos jugamos la
vida. La que este domingo se nos acerca desde el Evangelio, es una de ellas. “Maestro,
qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. Estamos ante la pregunta religiosa del
hombre de todos los tiempos: qué hacer para salvarse. Quien hace esa pregunta no es un
cualquiera que se contenta con esas cuatro cosas que durante cuatro días que vivimos se
pueden mantener y acrecentar.
Hasta aquí no había nada que objetar al preguntante, sino ensalzar una actitud tan
honesta con las exigencias de su corazn, con sus preguntas infinitas e inmensas. Pero
este hombre que busca a un Maestro Bueno, se encontrará con alguien insospechado que
pondrá en crisis sus usos y costumbres. Jesús irá repasando lo que su interlocutor sabía:
no matar, no cometer adulterio, no robar, no engaar ni estafar, honrar a los padres...
Suponemos la cara de satisfaccin de aquel hombre ante su brillante currículum
espiritual. Todo cuanto el Maestro Bueno iba enumerando... él lo cumplía, él lo sabía,
desde su más tierna infancia! Estaría seguro de su entrada en la vida eterna? tenía
todos sus papeles en regla para merecer la salvacin definitiva? había pagado todos los
plazos de su eternidad en moneda de mandamiento cumplido, ya desde pequeo?
Llegados a este punto el diálogo se queda suspendido en el aire. “Jesús se le
qued mirando con cario y le dijo: una cosa te falta”. Qué pensaría aquel hombre sobre
ese requisito que le faltaba según el Maestro Bueno? Algún nuevo mandamiento? Aquel
buen hombre practicaba una especie de “consumismo religioso”. Él era rico de tantas
cosas, y también quería acumular su tesoro de virtud, su cofre de mandamientos y
cumplimientos para no ser pobre en nada. Cuánto hay que pagar? Qué hace falta para
tener también la vida eterna? La sorpresa es que Jesús no le dice “aade” esto que te
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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falta en tu acopio y ajuar, sino más bien deja lastre, abandona cosas, déjate a ti mismo... y
sígueme, vente conmigo, comparte mi vida, anuncia mi Palabra, construye mi Reino.
Este era el nuevo mandamiento, el único mandamiento, la gran novedad: seguir al
Maestro Bueno, dejando todo lo demás. La salvacin no es fruto de nuestras conquistas,
de nuestros pagos cumplidores y cumplimentadores, es un don, un regalo, una gracia,
que Dios da en su Hijo: la salvacin es encontrarse con Jesucristo. Seguirle e imitarle, ha
sido lo que han hecho los que verdaderamente se han encontrado con Él. Un encuentro
que no se ha quedado en intimismo privado, sino en una santidad que da gloria a Dios y
que bendice a los hermanos fructificando en mil empresas de caridad, de humanizacin,
de libertad, de justicia y de paz. No se trata de comprar la salvacin, sino de decir con
sencillez dnde tenemos el corazn.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo