Comentario al evangelio del Viernes 19 de Octubre del 2012
Queridos amigos y amigas:
La cita no tiene trampa. El que cuenta el número de las estrellas y la arena de las playas marinas, ¿no
va a tener contados los pelos de tu cabeza?
Me dirás: "yo no tengo madera de mártir". Ya somos dos. Pero, después de leer estas palabras, me
pregunto: "¿cómo escuchas las palabras de tu maestro y tu Señor? ¿es que son para ti esa semilla que
cae al borde del camino?, ¿o la que cae entre zarzas? ¿No sabes que las palabras de Jesús van dirigidas
al hombre entero y que han de llegar al corazón, un corazón bueno, para que puedan dar fruto?". Y si
me pregunto de nuevo, con perplejidad y algo de azoramiento, qué es un corazón bueno, me doy
cuenta de que necesito meditarlo. Pero, por de pronto, advierto que será un corazón que está abierto a
la Palabra; y que esta apertura es algo más que la memorización de unas cuantas frases bonitas del
evangelio, y que el encuentro con la Palabra sólo se da en el cor ad cor (el corazón a corazón) con ella.
También me parece bueno añadir dos "coletillas": de momento, no es necesario que me mese los
cabellos, ni siquiera que me desmelene; pero tampoco he de preocuparme si en las luchas de la vida
salgo ligeramente despeinado. No tengo por qué aparentar ser uno de esos héroes de película que,
efectivamente, salen de las más arduas peleas tan indemnes que no se les despeina el pelo. No me fío
de esos guionistas y directores que por no sé qué trucos consiguen que sus "buenos" salgan siempre tan
guapos, tan elegantes y con el pelo tan arreglado en los fotogramas.
Fernando González