No el amor propio, si no el amor a Dios.
2012-10-16
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a la casa del fariseo y
se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la
ceremonia de lavarse las manos antes de comer.
Pero el Señor le dijo: «Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato;
en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad. ¡Insensatos! ¿Acaso
el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que
tienen y todo lo de ustedes quedará limpio». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Dios mío, Tú eres mi Padre amoroso que anhelas que experimente la auténtica paz
y felicidad al dejarte ser el centro de mi vida interior. Guía mi meditación para que
me aleje de las preocupaciones exteriores y pasajeras y pueda ser dócil a tus
inspiraciones.
Petición
Jesús, ayúdame a experimentar vivamente tu amor en esta oración para
corresponderte con más docilidad.
Meditación
No el amor propio, si no el amor a Dios.
«La limosna, la oración y el ayuno caracterizan al judío observante de la ley. Con el
paso del tiempo, estas prescripciones habían sido manchadas por la herrumbre del
formalismo exterior, o incluso se habían transformado en un signo de superioridad.
Jesús pone en evidencia en estas tres obras de piedad una tentación común.
Cuando se realiza algo bueno, casi instintivamente nace el deseo de ser estimados
y admirados por la buena acción, de tener una satisfacción. Y esto, por una parte
nos cierra en nosotros mismos, y por la otra nos saca de nosotros mismos, porque
vivimos proyectados hacia lo que los demás piensan de nosotros y admiran en
nosotros. Al volver a proponer estas prescripciones, el Señor Jesús no pide un
respeto formal a una ley extraña al hombre, impuesta por un legislador severo
como una carga pesada, sino que nos invita a redescubrir estas tres obras de
piedad viviéndolas de modo más profundo, no por amor propio sino por amor de
Dios, como medios en el camino de conversión a Él» (Benedicto XVI, 9 de marzo de
2011).
Reflexión apostólica
«La autenticidad del amor a Dios se pone a prueba en el amor al prójimo. San Juan
lo expresa fuertemente en su bien conocida frase: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y
aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a
quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 34).
Propósito
Purificar mi intención en todo lo que voy hacer el día de hoy.
Diálogo con Cristo
Señor, el Año de la fe invita a redescubrir nuestra fe. Dame la sabiduría para no
convertir tus mandamientos en un fin (cuando son sólo medios), ni situarme en una
posición laxa que busca evadir el esfuerzo. Te ofrezco que, con tu gracia, viviré una
caridad generosa: hacer el bien a los demás, brindar apoyo a todos, ofrecer la
estima sincera y servir en todo lo que me sea posible, éstos sí son los mejores
medios para purificar mis debilidades.
«Dios quiere quitar a nuestro amor hacia Él todas las escorias, purificarlo en el
crisol para hacerlo más puro, fortalecerlo en la fe, hacerlo más fuerte que la
muerte. Y todo ello, para disponernos a combatir con éxito la batalla de nuestra
entrega y a llevar a cabo nuestra misión entre los hombres»
(Cristo al centro, n. 612 ).