Ciclo B. XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
Se puede ser bueno, ¿tú qué dices?
¿Sabes Jesús cuánta gente hay que no quiere hacer las cosas bien? Hay mucha
gente que pudiendo hacer cosas buenas, no las hace, Señor. Perdónanos por eso,
Jesús. A veces nos ponemos sólo el título de creyentes y dudamos de que tú estás
realmente presente en medio de nosotros, y sobre todo en la Eucaristía. Cuánto
dao hacen algunas personas, Seor, teniendo cargos “importantes”. Cuántas
veces, Jesús, se emplean medios ilícitos o no santos para llegar a establecer paz o
un orden en la comunidad; perdónanos también por eso, Jesús. Cuánta gente dice
“yo soy bueno”, “yo no hago mal a nadie”, “yo no robo, ni mato”, “yo me porto
bien” y sin embargo hace lo contrario, Jesús. Perdnanos, Seor. Tú nos invitas a
ser buenos y no aceptamos esa exigencia. Ayúdanos a tener bondad en el alma y
en el corazón, ayúdanos a tener actos habituales de bondad, Jesús. Con tu gracia lo
podemos lograr. Amén.
Alguna vez te has preguntado: ¿qué tengo que hacer para ser bueno?, ¿cómo
puedo ser un buen hijo(a)?, ¿cómo puedo ser para ser un buen católico?, ¿qué me
falta para ser un buen profesional?, ¿qué hago para ser un buen padre o una buena
madre de familia?…¿o qué se necesita para ir al cielo?
La prudencia, para el autor del libro de la sabiduría es como un requisito importante
para hacer las cosas bien, y esta no tiene precio: “Supliqué y se me concedi la
prudencia…No le igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado, es
un puado de arena…CON ELLA ME VINIERON TODOS LOS BIENES JUNTOS”
(Sab.7,7-11).
No se puede hacer las cosas bien si es que no se tiene la intención de hacerlo. Es
un reto permanente. Las palabas muchas veces, como se dice en términos
comunes, “se las lleva el viento”. Cuántas cosas cambiarían en este mundo si esto
lo tomáramos en serio.
El evangelista San Marcos, hoy domingo, nos presenta la escena del diálogo que
tiene Jesús con aquel joven rico (cf.Mc.10,17-30). Es bueno traer a la memoria
aquello que ya sabemos: todo encuentro con Jesús provoca cambio, conversión,
gozo, alegría y ganas de proclamar su amor…a no ser que la persona no acepte esa
exigencia.
Una pregunta que la podemos hacer cualquiera de nosotros. “¿qué haré para
heredar la vida eterna?”. La respuesta por parte de Jesús no se deja esperar: “Ya
sabes los mandamientos…” Pero, ¿cuántos de nosotros ponemos excusa para no ser
buenos?, o ¿cuántos decimos que somos buenos pero en el fondo la realidad es
distinta?: “Él replic: Maestro todo eso lo he cumplido desde pequeo”.
Cuántos de nosotros sabemos los mandamientos, cuántos de nosotros sabemos qué
tenemos que hacer para ser buenos cada día, cuántos de nosotros sabemos lo que
hay que hacer para ser mejores….pero cuántos nos dejamos interpelar por el
Maestro, cuántos nos dejamos tocar por su gracia.
Ahora entendemos por qué Jesús dice: “Qué difícil es para los que tienen riquezas
entrar en el reino de los cielos”.
Este evangelio no se entenderá si no se lee en clave de seguimiento de Jesús. Vale
la pena seguirle a él. No hay otro camino que el de Jesús.
Se puede ser bueno, ¿tú qué dices?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)