XXIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Ef. 3, 2-12: También los gentiles son coherederos.
b.- Lc. 12, 39-48: Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá.
El evangelio continúa hablando de la vigilancia y la fidelidad desde otra perspectiva,
la del criado, que sabiendo que su señor regresará, no lo espera, sino que maltrata
a los otros criados a su cargo. Pedro, introduce la preocupación que como pastor le
cabe a él y a los demás discípulos a la hora de ser responsables de la comunidad
eclesial (v.41). La distinción que hace entre ellos, y el pueblo, apunta a asumir la
posición que tienen en la Iglesia y la responsabilidad ante la venida del Señor (cfr.
1 Pe.5,1-4). La responsabilidad del siervo, consiste en ser fiel y sensato; fidelidad a
la voluntad de su Señor, él siervo es sólo administrador, y debe ser sensato,
porque no debe olvidar que su señor, puede venir en cualquier momento. Si obra
en conciencia, el señor le felicitará, hasta llegar a encomendarle todos sus bienes
cuando regrese; de lo contrario, será castigado severamente. Interpretada la
parábola: los apóstoles son los administradores, de los misterios de Dios, en el
administrador se busca que este sea fiel (cfr. Lc. 11,52; 1Cor. 4,1; 1 Cor. 4,2). Lo
importante, es saber que los administradores, no olviden que deben dar cuenta a la
llegada del Señor Jesús. La tardanza, no debe ser motivo de ceder a la tentación de
creer que el Señor Jesús no volverá, como pueden pensar algunos; al contrario,
todo cristiano mantiene la esperanza viva en su venida; participaremos en su gloria
y majestad, luego de juzgar nuestras obras. A los apóstoles y responsables se les
ha confiado más, por lo tanto, más se les exigirá, pero también, su castigo será
mayor si no obra de acuerdo a la fe. Todos los dones recibidos, son nuestro capital,
que hay que trabajarlos confiando siempre en Dios.
Santa Teresa de Jesús, contempla sus pecados con el realismo que la caracteriza,
pero la esperanza la mantiene firme en la misericordia de Dios en el día del Juicio
final. “¡Oh, quién pudiese dar a entender esto a los que muy deshonestos y feos
pecados hacen, para que se acuerden que no son ocultos, y que con razón los
siente Dios, pues tan presentes a la Majestad pasan, y tan desacatadamente nos
habemos delante de El! Vi cuán bien se merece el infierno por una sola culpa
mortal; porque no se puede entender cuán gravísima cosa es hacerla delante de
tan gran Majestad, y qué tan fuera de quien El es, son cosas semejantes. Y así se
ve más su misericordia, pues entendiendo nosotros todo esto, nos sufre. Hame
hecho considerar si una cosa como ésta así deja espantada el alma, ¿qué será el
día del juicio cuando esta Majestad claramente se nos mostrará, y veremos las
ofensas que hemos hecho? ¡Oh, válgame Dios, qué ceguedad es ésta que yo he
traído! Muchas veces me he espantado en esto que he escrito, y no se espante
vuestra merced, sino cómo vivo viendo estas cosas y mirándome a mí. Sea bendito
por siempre quien tanto me ha sufrido” (V 40, 11).