XXIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
“Sed siempre, sobrellevaos mutuamente con amor”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,1-6:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la
que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la
unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu,
como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo,
y lo penetra todo, y lo invade todo.
Sal 23 R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,54-59:
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el
poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el
sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el
aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te
diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un
acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y
el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no
saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»
II. Oramos con la Palabra
No hay oración para este día.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
Contemplando las lecturas de hoy, la realidad actual se nos hace más presente
aún si cabe. Las noticias sobre una sociedad cada vez más convulsa, afectada
por las soluciones practicadas para corregir una crisis que pone de manifiesto un
sistema económico injusto, cuyas instituciones y modelos organizativos están en
entredicho, adquieren un eco especial. Nos llaman la atención, en los medios de
comunicación, el continuo enfrentamiento de una clase política cada vez más
alejada de la gente de a pie, las invitaciones a la división como solución a los
problemas, la magnificación de lo material o la esquizofrenia de cifras que se
alejan de su contenido original, quedando siempre de lado y para el final las
personas. Y por el contrario, éstas son, precisamente, las grandes protagonistas
de la Palabra de hoy.
De Pablo a los Efesios entresacamos algunas de las claves que cristianos y
cristianas, en nuestras comunidades, deberíamos practicar y tratar de exportar a
nuestro alrededor: humildad, amabilidad, comprensión, voluntad de convivencia
y unidad en el Espíritu. El mensaje es claro y fácil de entender. Por encima de
todo lo que hagamos, de las ideologías, de las cifras, está el modo en que lo
hacemos, el cuidado que ponemos en el trato con los demás, la paz como
vínculo del encuentro con el otro/a.
Pero Jesús no es menos claro. Nos deja en evidencia y nos sacude. Tira por
tierra nuestra estrechez y comodidad: “...si sabéis interpretar el aspecto de la
tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe
hacer?” No nos deja excusa posible. Nuestro intelecto nos permite encontrar
soluciones a los problemas de nuestro mundo y no nos sirve dar rodeos o
practicar el “ver, oír y callar”. Apelando al “sentido común”, Jesús nos invita al
contacto con la realidad y al diálogo en la búsqueda de soluciones.
Ambas lecturas nos recuerdan la importancia de dejar de lado nuestros silencios
e inhibiciones, para implicarnos y complicarnos en el camino del acuerdo,
poniendo en el centro el Espíritu, la vida, a los hombres y mujeres, hijos e hijas
de Dios, como sujeto esencial del todo. Tan sencillo como dar de comer al
hambriento y de beber al sediento, abrigar al desnudo, curar al enfermo y alojar
al sin techo...
Comunidad El Levantazo
Valencia
Con permiso de dominicos.org