XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO B
Amar es darse uno mismo
La Palabra: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que
nadie” (Mc 12, 38-44).
1. Jesús no elabora muchas teorías, pero lee lo que pasa en la vida y lo deja caer
expresando lo divino en lo humano. Sentado frente al cepillo del templo donde los
fieles echan sus limosnas, ve cómo los grandes señores se acercan arrogantemente
y echan cantidad de dinero de lo que les sobra para darse importancia ante la
gente. Y ve también a una pobre viuda que se acerca tímidamente y echa los dos
reales que tiene para vivir. La diferencia: para los potentados dar una limosna
significa cumplir con una práctica que les permite quedar bien ante los demás y
seguir manteniendo sus posiciones de privilegio. La viuda, en cambio, ofrece algo
de su propia vida pues debe renunciar a su seguridad.
2. Por experiencia humana todos entendemos muy bien esta distinción. Una cosa es
dar de lo que nos sobra, que no lo necesitamos, que no rompe para nada nuestra
comodidad; y otra cosa es arriesgar nuestra propia seguridad. Incluso podemos
hacer caridad con tal de mantener intactas nuestras posesiones, y nuestra conducta
individualista se mantenga intocable. Así concluimos fácilmente que todo lo que sea
de limosna o acciones caritativas es optativo, mientras los pecados de omisión
parece que no llevan culpa ni pena.
3. Esa forma de pensar es lo más opuesto al Evangelio de Jesús cuya vida fue un
éxodo, una salida de la libertad esclavizada por el egoísmo, a una libertad inspirada
en el amor y motivada por la compasión. Seguir a Jesús no significa solo cumplir
con algunas normas, dar limosna con aquello que nos sobra, o incluso cumplir con
todo lo mandado por el Estado y por la Iglesia. Implica “re-crear” la conducta de
Aquel que paso a paso fue ser humano totalmente para los demás como expresión
de que Dios estaba en él. El Evangelio no es ningún programa social; es más bien
marco y luz para que las personas y los Estados busquen cada día soluciones más
humanas e inventen los programas sociopolíticos adecuados; y nunca se conforma
con éticas mínimas, sino que su generosidad va más allá de lo exigido por las leyes.
Siendo evangelio viviente, la comunidad cristiana prestará un valioso servicio al
humanismo de nuestra sociedad .
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net