Juzgar lo que me conviene hacer.
2012-10-26
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «Cuando ustedes ven que una nube se va
levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve.
Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si
saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan
entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes
mismos lo que les conviene hacer ahora?
Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible
por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el
juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no
saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, aumenta mi fe para no quedarme en lo superficial de la vida. Comprender
tus señales no es ver una cruz o el sagrario en una nube que pasa, sino la reflexión
orante de tu inmenso amor, de modo que aspire a tu Reino y a la vida eterna como
mi mayor felicidad. Haz que ponga mi confianza en tus promesas apoyándome, no
en mis fuerzas, sino en los auxilios de la gracia de tu Espíritu Santo.
Petición
Señor, concédeme comprender más profundamente tu Providencia.
Meditación
Juzgar lo que me conviene hacer.
«"Porque Dios -escribe san Juan-, no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él". San Agustín comenta: "El médico,
por lo que le concierne, viene a curar al enfermo. Si uno no sigue las prescripciones
del médico, se arruina a sí mismo. El Salvador vino al mundo... Si tú no quieres ser
salvado por él, te juzgarás por ti mismo". Así pues, si infinito es el amor
misericordioso de Dios, que ha llegado al punto de dar a su Hijo único como rescate
de nuestra vida, grande es también nuestra responsabilidad: cada uno, por tanto,
debe reconocer que está enfermo para poder ser sanado; cada uno debe confesar
su propio pecado, para que el perdón de Dios, ya dado en la Cruz, pueda tener
efecto en su corazón y en su vida. San Agustín escribe: "Dios condena tus pecados;
y si tú los condenas, te unes a Dios... Cuando comienzas a detestar lo que has
hecho, entonces comienzan tus buenas obras, porque condenas tus malas obras.
Las buenas obras comienzan con el reconocimiento de las malas obras"» (Benedicto
XVI, 18 de marzo de 2012).
Reflexión apostólica
«No sólo las diversas circunstancias de la vida son susceptibles de convertirse en
camino de santidad; también el ejercicio de los diversos trabajos y profesiones es
para el cristiano un medio ordinario de crecimiento interior, permitiéndole
acrecentar su amor a Dios y al prójimo y contribuir al perfeccionamiento de la
creación divina» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 297).
Propósito
Hacer un balance de mi día, sin desaliento ni vanidad, para identificar y combatir,
con decisión, lo contrario a la voluntad de Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, no son coincidencias ni suerte sino tu Providencia la que continuamente me
da las señales para vivir un estilo de vida orante y vigilante, centrado en el amor a
Cristo. Tu voluntad se manifiesta en los mandamientos, en la ley natural, en mis
obligaciones de estado, en la voz de mi conciencia, en las circunstancias de la vida.
Ayúdame a cumplirla porque ésa es la manera más sincera de amarte.
«Tienes que vivir tu vida como una pasión, no como un apoltronamiento ni como un
ideal frustrado e inútil. Tú necesitas apasionarte y apasionarte por Jesucristo»
(Cristo al centro, n. 2172) .