COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar
Frassia(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires – ciclo 2012 )
28 de octubre de 2012 – 30º domingo durante el año
Evangelio según San Marcos 10,46-52.
Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus
discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo
ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús,
el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
"¡Hijo de David, ten piedad de mí!". Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo".
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama". Y
el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió:
"Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En
seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
“No quiero una vida superficial, quiero una vida profunda”
Estamos ante un Evangelio muy conocido por todos nosotros. Trata un
tema que siempre nos mueve: la ceguera, la no visión. Además se
menciona el tema de la fe, la oscuridad, la luz.
En este año que el Papa nos invita, desde el 11 de octubre pasado, a vivir
el Año de la fe, nos llama a renovar nuestra fe, a revitalizarla, a
convertirnos de nuevo, a hacer un giro más profundo en nuestra vida y no
quedarnos en cosas superficiales, externas, de costumbres, sino que de
alguna manera nuestra vida cristiana sea una vida de convicciones y no de
emociones; de decisión y no circunstancial, profunda y no acomodada a
los vaivenes de los ámbitos externos, a lo que se dice, a lo que se hace, a
lo que se estila.
Nos invita a vivir como si la cultura fuera la Palabra de Dios; como si la
cultura fuera la razón absoluta de las cosas que tenemos que vivir; como
si la cultura fuera siempre inocua y sana en todas sus propuestas. Porque
muchas veces la cultura está viciada, está deteriorada, miente, es parcial,
afirma algo pero niega cosas más profundas.
Por eso todos tenemos que preguntarnos ¿qué quiere Dios de nosotros?,
¿qué quiere Dios de la Iglesia ? O preguntarnos también ¿qué decimos
nosotros de la Iglesia y de los cristianos?, ¿qué decimos de aquél que fue
monaguillo, o de aquél que tuvo un cura amigo, o del que fue a un colegio
religioso? Porque ¿qué quedó después de todo eso?, ¿dónde lo dejó?, ¿en
qué esquina se lo olvidó? Tenemos que reflotar la fe y adherirnos
personalmente, porque no seguimos a una ideología sino seguimos a la
Persona por excelencia, que es Jesucristo.
¡Ánimo! ¡Levántate! El Señor nos llama. El ciego se topó con Él y Jesús le
preguntó “qué quieres que haga por tí?” “Que vea!” dijo el hombre. No
quiero una vida superficial; quiero una vida profunda. No quiero una vida
llena de artificios, de plástico; quiero realmente una vida en serio; quiero
vivir el tesoro de lo que significa Jesucristo. Y Jesús le dijo “vete, tu fe te
ha salvado!”
Que el Señor aumente nuestra fe para que vivamos más unidos a la
Palabra de Dios, nos acerquemos con mayor frecuencia a los sacramentos
y que tengamos la convicción –y no la pereza- de anunciar a nuestros
hermanos esta gran noticia: Jesucristo es el Señor de la Vida , es el Señor
de la Historia. Es nuestro Redentor.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén