Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 30
------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos * El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres. * Tú eres sacerdote eterno, según
el rito de Melquisedec * Maestro, haz que pueda ver.
Textos para este día:
Jeremías 31, 7-9:
Así dice el Señor: "Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los
pueblos: proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de
Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la
tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud
retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos: los llevaré a torrentes
de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito."
Salmo 125 :
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, / nos parecía soñar: / la boca se nos
llenaba de risas,/ la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: / "El Señor ha estado grande con ellos." / El Señor ha
estado grande con nosotros, / y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte, / como los torrentes del Negueb. / Los que
sembraban con lágrimas / cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando, / llevando la semilla: / al volver, vuelve cantando, / trayendo sus
gavillas. R.
Hebreos 5, 1-6:
Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para
presentar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los
pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está
envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus
propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios
es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la
dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he
engendrado hoy", o, como dice otro pasaje de la Escritura: "Tú eres sacerdote
eterno, según el rito de Melquisedec."
Marcos 10, 46-52:
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el
ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo
limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
"Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron
al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y
se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le
contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al
momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Homilía
Temas de las lecturas: Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos * El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres. * Tú eres sacerdote eterno, según
el rito de Melquisedec * Maestro, haz que pueda ver.
1. Alegría
1.1 Las lecturas de hoy tienen un delicioso sabor de alegría. Es el gozo del pueblo
que vuelve a casa, en la primera lectura; es la solemne ventura del llamado al
sacerdocio, en la segunda lectura; es la felicidad desbordante del ciego curado en el
evangelio.
1.2 Y es que el Evangelio mismo lleva escrito en su propio nombre la alegría,
porque es "buena noticia". ¿Cuál es la Buena Noticia? Que tenemos a Emmanuel, a
"Dios-con-nosotros", como lo llamó el ángel en el texto según san Mateo (Mt 1,23).
Y esa alegría la percibimos y la proclamamos con más fuerza cuanto mayor era
nuestra urgencia de ser salvos, de ser curados, de ser guiados, de ser liberados.
Esto explica bien quiénes son y quiénes serán los que primero descubran las
riquezas del mensaje y la persona de Jesucristo.
2. La Alegría Contestada
2.1 En un documento quizá poco apreciado del magisterio de Pablo VI, "Gaudete in
Domino" (Alegraos en el Señor), encontramos algunas reflexiones sobre esos
momentos en que la alegría parece recibir una "contestación", una contradicción
dolorosa. Lo restante de esta sección 2 es tomado de allí.
2.2 ¿Cómo no ver a la vez que la alegría es siempre imperfecta, frágil, quebradiza?
Por una extraña paradoja, la misma conciencia de lo que constituye, más allá de
todos los placeres transitorios, la verdadera felicidad, incluye también la certeza de
que no hay dicha perfecta. la experiencia de la finitud, que cada generación vive
por su cuenta, obliga a constatar y a sondear la distancia inmensa que separa la
realidad del deseo de infinito.
2.3 Esta paradoja y esta dificultad de alcanzar la alegría nos parecen especialmente
agudas en nuestros días. Y esta es la razón de nuestro mensaje. La sociedad
tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy
difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tienen otro origen. Es espiritual. El
dinero, el confort, la higiene, la seguridad material no faltan con frecuencia; sin
embargo, el tedio, la aflicción, la tristeza forman parte, por desgracia, de la vida de
muchos.
2.4 Esto llega a veces hasta la angustia y la desesperación que ni la aparente
despreocupación ni el frenesí del gozo presente o los paraísos artificiales logran
evitar. ¿Será que nos sentimos impotentes para dominar el progreso industrial y
planificar la sociedad de una manera humana? ¿Será que el porvenir aparece
demasiado incierto y la vida humana demasiado amenazada? ¿O no se trata más
bien de soledad, de sed de amor y de compañía no satisfecha, de un vacío mal
definido?.
2.5 Por el contrario, en muchas regiones, y a veces bien cerca de nosotros, el
cúmulo de sufrimientos físicos y morales se hace oprimente: ¡tantos hambrientos,
tantas víctimas de combates estériles, tantos desplazados! Estas miserias no son
quizá más graves que las del pasado, pero toman una dimensión planetaria; son
mejor conocidas, al ser difundidas por los medios de comunicación social, al manos
tanto cuanto las experiencias de felicidad; ellas abruman las conciencias, sin que
con frecuencia pueda verse una solución humana adecuada.
2.6 Sin embargo, esta situación no debería impedirnos hablar de la alegría, esperar
la alegría. Es precisamente en medio de sus dificultades cuando nuestros
contemporáneos tienen necesidad de conocer la alegría, de escuchar su canto. Nos
compartimos profundamente la pena de aquellos sobre quienes la miseria y los
sufrimientos de toda clase arrojan un velo de tristeza. Nós pensamos de modo
especial en aquellos que se encuentran sin recursos, sin ayuda, sin amistad, que
ven sus esperanzas humanas desvanecidas. Ellos están presentes más que nunca
en nuestras oraciones y en nuestro afecto.
3. La Alegría de Jesús
3.1 Nos hemos acostumbrado a meditar en la alegría que Jesús nos trae, porque
nos sana, instruye, libera y alimenta. Hoy es un buen día para reflexionar también
en la alegría misma de Jesús, siguiendo de nuevo las enseñanzas de Pablo VI en el
documento citado.
3.2 La mayor felicidad de Jesús es ver la acogida que se da a la Palabra, la
liberación de los posesos, la conversión de una mujer pecador ay de un publicano
como Zaqueo, la generosidad de la viuda. El mismo se siente inundado por una
gran alegría cuando comprueba que los más pequeños tienen acceso a la
Revelación del Reino, cosa que queda escondida a los sabios y prudentes. Sí,
"habiendo Cristo compartido en todo nuestra condición humana, menos en el
pecado", él ha aceptado y gustado las alegrías afectivas y espirituales, como un don
de Dios.
3.3 Y no se concedió tregua alguna hasta que no "hubo anunciado la salvación a los
pobres, a los afligidos el consuelo". El evangelio de Lucas abunda de manera
particular en esta semilla de alegría. Los milagros de Jesús, las palabras del perdón
son otras tantas muestras de la bondad divina: la gente se alegraba por tantos
portentos como hacía y daba gloria a Dios. Para el cristiano, como para Jesús, se
trata de vivir las alegrías humanas, que el Creador pone a su disposición, en acción
de gracias al Padre.
3.4 Aquí nos interesa destacar el secreto de la insondable alegría que Jesús lleva
dentro de sí y que le es propia. Es sobre todo el evangelio de San Juan el que nos
descorre el velo, descubriéndonos las palabras íntimas del Hijo de Dios hecho
hombre. Si Jesús irradia esa paz, esa seguridad, esa alegría, esa disponibilidad, se
debe al amor inefable con que se sabe amado por su Padre. Después de su
bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su
Encarnación, se hace manifiesto: "Tu eres mi hijo amado, mi predilecto".
3.5 Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que
nunca lo abandona. Es un conocimiento íntimo el que lo colma: "El Padre me
conoce y yo conozco al Padre". Es un intercambio incesante y total: "Todo lo que es
mío es tuyo, y todo lo que es tuyo es mío". El Padre ha dado al Hijo el poder de
juzgar y de disponer de la vida. Entre ellos se da una inhabitación recíproca: "Yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí". En correspondencia, el Hijo tiene para con
el Padre un amor sin medida: "Yo amo al Padre y procedo conforme al mandato del
padre". Hace siempre lo que place al Padre, es ésta su "comida".
Fr. Nelson Medina, O.P.