XXX Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Ef. 4,32-5,1-8: Vivid en el amor, como Cristo.
b.- Lc. 13,10-17: Sanación de la mujer encorvada: “También esta es hija de
Abraham”.
El tiempo del Reino de Dios, inaugurado por Jesús, es don de Dios, tiempo de
salvación para quien le escucha, y tiempo de perdición, para quien lo rechaza. La
curación de la mujer encorvada, es signo de esa salvación, que ya está presente.
Delante de Jesús se presenta la enfermedad de esta mujer, que lleva encorvada 18
años, sin poder alzar la mirada. Jesús la libera de su enfermedad, rompe las
cadenas con que Satanás, la tiene atada y se yergue, con la libertad de glorificar a
Dios. Se cumple el proyecto de Dios, anunciado en la sinagoga de Nazaret (cfr. Lc.
4,18). El jefe de la sinagoga, sin embargo, apegado a las tradiciones humanas,
ignorante de los signos de los tiempos, insensible al dolor humano, se anula para
comprender la realidad que está viviendo, y se opone a la acción de Jesús: había
sanado en sábado en la misma sinagoga. ÉL da un nuevo sentido al sábado; la ley
del reposo sabático se pone al servicio del hombre, se glorifica a Dios,
manifestando su misericordia a los hombres, en este caso concreto, sanando a los
enfermos. El hombre en esta nueva visión, recupera su dignidad, no se pospone a
los animales, buey y asno, a los que si se pueden salvar en caso de peligro, aunque
fuese sábado. En Cristo, se cumplen las grandes promesas hechas por Dios a
Abraham, al comienzo de la historia de la salvación. Fue una hija de Abraham, la
que recuperó la salud espiritual y física, por lo cual se quebranta el poder de
Satanás, que ata al hombre al pecado, la enfermedad y la muerte. Jesús redime,
salva a los hombres de la pesada carga de la ley; sus exigencias son yugo suave y
ligero (cfr. Mt. 11, 28). El sábado se convierte en día de gozo para todo el pueblo:
conclusión de la creación del universo (cfr. Gn.1, 31), pero también, apunta a la
obra salvífica de Jesús, en el tiempo final, donde el sábado, alcanza su sentido más
profundo. “El pueblo se alegraba de todas las maravillas que se habían realizado”
(v.17), en ÉL. Era el reposo de Dios y quien entra en ese reposo, descansa de sus
obras, como Dios de las suyas luego de la Creación (cfr. Hb. 4, 9-11). Antes del
Juicio final, está la redención del hombre y su salvación definitiva, que viene
revestida de amor de Dios, si la acepta en su existencia ordinaria.
Teresa de Jesús, pide que aprendamos a recitar la oración del cristiano. “Pues dice
el buen Jesús que digamos estas palabras en que pedimos que venga en nosotros
un tal reino: «Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino». Mas mirad,
hijas, qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Considero yo aquí, y es bien
que entendamos, qué pedimos en este reino. Mas como vio Su Majestad que no
podíamos santificar ni alabar ni engrandecer ni glorificar este nombre santo del
Padre Eterno conforme a lo poquito que podemos nosotros de manera que se
hiciese como es razón si no nos proveía Su Majestad con darnos acá su reino, y así
lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. Porque entendamos, hijas, esto que
pedimos y lo que nos importa importunar por ello y hacer cuanto pudiéremos para
contentar a quien nos lo ha de dar, os quiero decir aquí lo que yo entiendo. Si no os
contentare, pensad vosotras otras consideraciones, que licencia nos dará nuestro
Maestro, como en todo nos sujetemos a lo que tiene la Iglesia y así lo hago yo”
(CV 30, 4).