Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 31, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Dadme esta gran alegría: manteneos unánimes * Guarda
mi alma en la paz junto a ti, Señor. * No invites a tus amigos, sino a pobres y
lisiados
Textos para este día:
Filipenses 2, 1-4:
Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si
nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría:
manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y
considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses,
sino buscad todos el interés de los demás.
Salmo 130 :
Señor, mi corazón no es ambicioso, / ni mis ojos altaneros; / no pretendo
grandezas / que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre. R.
Espera Israel en el Señor / ahora y por siempre. R.
Lucas 14, 12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
"Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni
a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y
quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú,
porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."
Homilía
Temas de las lecturas: Dadme esta gran alegría: manteneos unánimes * Guarda
mi alma en la paz junto a ti, Señor. * No invites a tus amigos, sino a pobres y
lisiados
1. Vínculo indisoluble entre la unidad, la paz y la humildad
1.1 Volvamos nuestra atención en primer lugar hacia la lectura del apóstol san
Pablo a los filipenses. Es sabido que el apóstol tuvo una relación de particular amor
con esta comunidad, hacia la cual desplegó sentimientos de singular delicadeza y
expresividad. Podemos decir que para los filipenses Pablo tuvo más el corazón de
un amigo entrañable que el de un simple predicador o maestro.
1.2 Y desde esa relación cálida brotan los consejos que hoy hemos escuchado:
unidad, paz, humildad. En la mente de Pablo estas tres realidades están tan
conexas que se diría que son una sola. No es posible tener alguna sin tener las
otras dos. Aunque, si pensamos bien, la raíz está en la humildad: de ella nace la
capacidad de acoger, que engendra unidad, y la capacidad de perdonar y apoyar,
que hace posible la paz.
1.3 La humildad, pues, no es una decoración espiritual o una virtud entre otras: es
la condición ineludible para hacer presente el misterio de Cristo en medio de la
comunidad. Esto explica el tono suplicante y firme a la vez con el que Pablo quiere
que reine la humildad en medio de sus amados filipenses: " Si de algo vale una
advertencia hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del
amor, si nos une el mismo Espíritu, si tienen un corazón compasivo, llénenme de
alegría..." (Flp 2,1-2)
2. No busquen el propio interés
2.1 Con este consejo, "no busquen el propio interés", Pablo nos invita a luchar
contra el enemigo principal de la unidad, que es la dispersión de objetivos. Cuando
cada uno busca su interés, la unidad queda herida de muerte.
2.2 Sin embargo, lo más interesante es que Pablo no propone: "busquen qué tienen
en común", porque ya existe algo, o mejor, alguien que está en común y que es
principio de comunidad, es decir, Cristo. De aquí podemos aprender que la unidad
se construye no en torno al simple consenso, ni en torno al voto de la mayoría, sino
en torno a Cristo y a su cruz.
3. Los pobres y la unidad
3.1 Cristo en el Evangelio nos invita a hacer nuestro banquete con los que no
pueden pagarnos. Como nosotros en su mesa, así los pobres son en nuestra mesa
un recordatorio, una señal del regalo que significa compartir lo que uno no ha
ganado ni puede pagar. Esta es otra puerta que abre la humildad: nos hace
sensibles a la grandeza de los bienes que no podemos comprar y de los que por
consiguiente somos siempre deudores.
3.2 Así comprendemos aún mejor la relación entre humildad y unidad: la humildad
quita barreras; la gracia nos aproxima. La humildad nos permite descubrir que
todos compartimos unas mismas necesidades; la gracia nos ayuda a entender que
todos somos partícipes de unos mismos bienes.
3.3 Humildad y gracia son una misma realidad en la Eucaristía. El Cristo oculto bajo
las especies es el Cristo fuente de toda bendición en los cielos y en la tierra. Y por
eso si hay un lugar en donde todos podemos ser una sola cosa es alrededor del
altar de Cristo.
Fr. Nelson Medina, O.P.