I DOMINGO DE ADVIENTO - C
Evangelio de la Misa: Lc 21,25-28; 34-36
Estar vigilantes
El texto evangélico de la Santa Misa pertenece al llamado “Discurso
escatológico”, donde Cristo habla del fin del mundo y de la venita última del Hijo
del Hombre. San Lucas coloca este discurso antes de la narración de la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesús. Lo que tiene su importancia, pues para
entender bien el mensaje que transmiten esas palabras escatológicas, hay que
verlas desde la Cruz y sobre todo desde la Resurrección.
Jesús con expresiones muy gráficas y ejemplos muy prácticos, alienta a
los apóstoles, a la vez que les ilusiona y compromete en su misión apostólica.
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Señor, que al comienzo del Año Litúrgico, nos ilustras
con este discurso escatológico; gracias por estas palabras,
que, a la vez que nos enseñan verdades fundamentales,
para entender la vida y la muerte, nos ayudan a situarnos prudente
y acertadamente en nuestro lugar y en la situación social concreta,
y a conocer nuestra misión en la tierra y el destino final que nos espera.
En absoluto, Señor, quieres asustarnos o atemorizarnos con tus palabras,
pues sé que no era eso lo que Tu pretendías con ello.
Al contrario, te pido que las acoja con humildad y fe,
y las asuma con sinceridad y valentía, y como estímulo en mi trabajo
y en mi vida social y familiar; y mostrando mi agradecimiento
con la respuesta propia de un cristiano auténtico
y de un hijo de Dios y hermano de todos.
Ciertamente son palabras punzantes y exigentes,
pero a la vez luminosas y llenas de vida y esperanza.
Ayúdame, Seor, a tenerlas siempre presentes, con la “cabeza bien alta”,
y con la plena confianza de que mi libertad está asegurada
con tu gracia, tu palabra y tu amor.
Por supuesto quiero, Seor, corresponder cada día, para “que
no se embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupacin del dinero”.
De esta manera mi dices que esté despierto y prudentemente preparado
para acogerte cuando vengas y me llames.
¡Qué paz, satisfacción y alegría, siente uno cuando, en el silencio
de la oración personal contigo, se escuchan estas advertencias
y llamadas de amigo fiel y de padre cariñoso!
Ayúdame, Señor, en este Año Litúrgico, que comenzamos,
a mantener encendida y vibrante la vela de la fe ,
de la esperanza y de la caridad cristiana.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez