II DOMINGO DE ADVIENTO - C
Evangelio de la Misa: Mc 1,1-8
Preparar el camino
El párrafo evangélico comienza con unos datos muy interesantes para la
historia, ya que nos ayudan a situar en su momento histórico la vida y
actuación pública de Jesucristo por las tierras de Palestina. Y por tanto nos
ayudan a centrar y fundamentar mejor la fe cristiana que gozosamente vivimos.
Jesucristo no es una creación legendaria, ni un personaje mitológico, ni un
iluso y mezquino predicador, que embaucó a algunas personas sin más, y que se
pierde en el tiempo de la historia. Jesucristo es un personaje histórico concreto,
cuya vida está perfectamente datada y compulsada por las fuentes de la
historia. “En tiempos del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de
Judea …”.
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Señor, que has compartido nuestra historia humana
siendo uno más entre nosotros, haznos humildes y sabios
para conocer las historia con naturalidad y objetividad;
y a ser sinceros y valientes para aceptarla con realismo y sentido crítico.
¡Por qué tantos dudan de tu historia, malinterpretan tu vida,
tergiversan las fuentes de la historia y por tanto las enseñanzas,
que nos comunicaste con tus obras y con tus palabras!
Muchas veces pienso que no es tanto por ignorancia, cuanto por mala
voluntad , cómoda superficialidad, y egoísmo placentero e interesado.
Empujados por la comodidad prefieren cerrar los ojos a la verdad
y acuciados por la soberbia y el egoísmo fácil y estrecho,
se cierran al mensaje liberador: el único que ofrece la verdad,
y que ayuda a encontrar el sentido a la vida y a la muerte,
y el único que garantiza la paz, la alegría y el verdadero progreso
humano y espiritual de los individuos y de la sociedad en general.
Te pido, Señor, por cuantos se sienten molestos por tu persona,
y sobre todo por tu mensaje salvador.
Te pido por los que prefieren vivir fuera de la luz y de la verdad,
y desconocedores de la lucha ascética por la santidad.
Pero también, Señor, me pongo una vez más en tus manos
en este Adviento, para acoger las palabras del Bautista, y así preparar
el camino del corazón con la lectura y estudio de tu Palabra escrita;
para allanar la senda de tu llegada, con el arrepentimiento de mis pecados
y la confesión frecuente; para nivelar los valles y colinas de mi existencia
terrena con mi trabajo profesional santificado y santificador,
y con mi apostolado católico y universal, solidario y caritativo;
para enderezar mis sentimientos y propósitos de cristiano cabal,
de ciudadano honrado y solidario, de apóstol generoso y alegre
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez