NAVIDAD - C
Evangelio de la Misa: Jn 1,1-18 (Misa del día)
Para ser hijos de Dios
Las lecturas de la Santa Misa nos recuerdan lo celebrado en este día: el
Nacimiento de Cristo como hecho histórico, con todos los detalles previos y
posteriores, que hacen más creíble y cercano este acontecimiento singular.
Edicto del Emperador, viaje a Belén, los ángeles que cantan en el cielo, los
pastores que se acercan a la cueva, etc.
En la tercera misa de este día, llamada la misa del día, se ofrece como
lectura y reflexión el prólogo del Evangelio de San Juan, que ayuda muy
oportunamente a entender, vivir y valorar mejor, el Nacimiento de Cristo.
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Señor, me postro en este día de Navidad como los pastores en la cueva
de Belén, y te presento, con humildad y confianza, mi profundo cariño
y agradecimiento, y mis mejores sentimientos de caridad, y entrega a Ti.
Te pido también que ilumines mi entendimiento y agrandes mi corazón
para entenderte mejor al adorarte en la cuna de Belén, y que te acepte
con un corazón grande, noble y generoso, universal y alegre.
Gracias, Señor, por este pasaje del prólogo de San Juan, que,
aunque parece extrapolado de los demás relatos evangélicos,
ha quedado insertado también como Palabra de Dios.
¡Qué bien nos ilustra y alecciona San Juan para entenderte
y acogerte mejor, y más fácilmente seguirte!
En efecto, te veo, Señor, como Palabra eterna, que creaste el mundo,
y todo lo pusiste, con amor y por amor, en manos de los hombres,
para que te devolviéramos todo el amor que nos sea posible.
Te reconozco, Señor, también como Palabra divina,
que nos hablas a través de tu humanidad, y por ella nos comunicas
además tu propia manera de ser y de vivir, el Amor que nos enriquece,
nos dignifica, nos diviniza, en una palabra: que nos hace hijos de Dios.
¡Qué pena dan tantas personas que no se dejan iluminar y guiar
por tu Palabra! La única que puede dar la vida eterna, y encender
los corazones humanos en amor divino, la que ofrece el verdadero sentido
a la vida y a la muerte, al dolor y al placer, al trabajo y al descanso,
la que hace posible que seamos y vivamos como hijos de Dios.
Ante la cuna de Belén, en donde resplandece tu Gloria, y donde
tu Palabra se hace tan elocuente, me postro para pedirte por la Iglesia,
por el Papa, los Obispos y los sacerdotes; para rogarte por la sociedad en
general y por mi familia en particular; para encomendarte a los enfermos,
pobres, y cuantos viven solos y abandonados; y para suplicarte que siempre
sea consciente que te hiciste hombre, y naciste en Belén,
para que yo sea y viva como un hijo de Dios.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez