XXXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Flm. 7,20: Recíbelo no como esclavo, sino como hermano.
b.- Lc. 17, 20-25: El Reino de Dios está dentro de vosotros.
El tema de este evangelio es la llegada del Reino de Dios. En esta denominación
“Reino de Dios”, se sintetizan todas las esperanzas de Israel (cfr. Lc. 19, 11; 21,7;
Hch. 1,6). En todos los ambientes esta pregunta era latente: ¿Cuándo vendrá?
Desde el profeta Daniel que se esperaba su pronto cumplimiento: Israel vivió en la
cautividad de Babilonia (cfr. Jer. 25, 11; 29, 10), antes de recuperar la libertad; los
grandes sufrimientos eran señales del tiempo mesiánico (cfr. Dn. 12,1).La
respuesta de Jesús los desconcierta, porque nadie sabrá cuando vendrá porque el
Reino de Dios ya está presente (v. 19). En la acción de Jesús se muestra la llegada
del Reino de Dios: sana los enfermos, vence a Satanás, derrota a la muerte (cfr.
Lc.10, 18; 11,20), libera al hombre de todo lo que lo oprime. La ley y los profetas
llegan hasta Juan, desde ahora se anuncia el Reino de Dios, como buena nueva de
victoria; Jesús satisface las esperanzas de Israel, respecto al Reino de Dios. Sólo
quien tiene fe en la palabra de Jesús, capta la llegada del Reino, y después de su
exaltación a los cielos, en la acción del Espíritu Santo, que envió a su Iglesia (cfr.
Mc. 4, 11; Lc. 8,10; Lc. 24, 49; Hch. 1, 4). La palabra de Jesús habla de la
presencia del Reino, presente ya en su Persona. Jesús es el profeta de los últimos
tiempos, pregonero de la misma, conoce el misterio del Reino de Dios. Pero ÉL es
más que esto, porque actúa con el poder de Dios; por ÉL reina Dios (cfr. Lc.11, 20).
Si a los fariseos Jesús, les habla del Reino de Dios ya presente, a los apóstoles, en
cambio, les habla del Hijo del Hombre que vendrá. Los discípulos son iniciados en el
misterio del Hijo del Hombre; sus días comenzarán cuando ÉL aparezca revestido
de gloria, cuando venga con poder divino, que le ha sido comunicado (cfr. Lc. 23,
43; Dan. 7,13; 21, 28; 12, 8). El Hijo del Hombre, es el propio Jesús (cfr. Lc. 12,
8); ha inaugurado el Reino de Dios, pero habrá que esperar todavía los días del Hijo
del Hombre. Anuncia días de tribulación, que los discípulos mirarán hacia los días
del Hijo del Hombre y esperarán la segunda venida del Mesías; desearán vivir uno
sólo de esos días para encontrar fuerza y consuelo, pero los discípulos deberán
tener paciencia en la prueba (cfr. Lc. 21, 28). Este tiempo de tribulación va desde
la Ascensión hasta su parusía; es un vivir entre el ya presente y el todavía no, de
su manifestación. Es el tiempo de la Iglesia, tiempo de la realización y la
expectativa, entre la posesión y la esperanza, entre el gozo y el temor (cfr. Rm.12,
12). Pero Jesús, deberá primero pasar por su bautismo de sangre, es decir, su
misterio pascual, ser rechazado por los hombres, y sufrir la humillación de la
muerte en cruz hasta la gloria de la resurrección (v.25). En ese caminar de Jesús
hacia Jerusalén, se perfila el camino del discípulo y de la Iglesia. Ella sufre la
persecución, y el dolor del martirio, la tribulación por voluntad divina, antes de
alcanzar el gozo sempiterno.
Santa Teresa de Jesús, reconoce que el Reino de Dios, efectivamente está dentro
de nosotros como fuente de la contemplación. “Las que de esta manera se pudieren
encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que le hizo y la
tierra acostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos sentidos
exteriores, crea que leva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el
agua de la fuente (la contemplación), porque camina mucho en grave tiempo” (CV
28,5).