EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a Tito 2,1-8.11-14.
En cuanto a ti, debes enseñar todo lo que es conforme a la sana doctrina.
Que los ancianos sean sobrios, dignos, moderados, íntegros en la fe, en el amor y
en la constancia.
Que las mujeres de edad se comporten como corresponde a personas santas. No
deben ser murmuradoras, ni entregarse a la bebida. Que por medio de buenos
consejos,
enseñen a las jóvenes a amar a su marido y a sus hijos,
a ser modestas, castas, mujeres de su casa, buenas y respetuosas con su marido.
Así la Palabra de Dios no será objeto de blasfemia.
Exhorta también a los jóvenes a ser moderados en todo,
dándoles tú mismo ejemplo de buena conducta, en lo que se refiere a la pureza de
doctrina, a la dignidad,
a la enseñanza correcta e inobjetable. De esa manera, el adversario quedará
confundido, porque no tendrá nada que reprocharnos.
Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha
manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida
presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro
gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear
para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Salmo 37(36),3-4.18.23.27.29.
Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.
Evangelio según San Lucas 17,7-10.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado.
Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta
que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos
simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".
Comentario del Evangelio por: San Agustín (354-430), obispo de Hipona
(África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el evangelio de Juan, 14,5; CCL 36, 143-144
"El humilde servicio"
Antes de la venida del Señor, los hombres buscaban la gloria en sí mismos. Ha
venido como hombre para reducir la gloria terrena y aumentar la gloria de Dios. Ha
venido sin pecado y nos ha encontrado a todos hundidos en el pecado. Si el Señor
ha venido para perdonar los pecados, quiere poner de manifiesto que Dios es
magnánimo; toca pues al hombre reconocer esta magnanimidad. Porque la
humildad del hombre consiste en su gratitud y la grandeza de Dios se manifiesta en
su misericordia.
Si, pues, ha venido para perdonar al hombre sus pecados, toca al hombre
reconocer su pequeñez y darse cuenta de la misericordia de Dios. “Él tiene que
crecer y yo tengo que menguar” (Jn 3,30) Es decir: Que él me dé y yo reciba. Es
justo que la gloria sea del Señor y yo la reconozca en él; que el hombre reconozca
dónde está su lugar, reconozca a Dios y comprenda lo que dice el apóstol al hombre
soberbio y orgulloso que pretende ensalzarse: “¿Qué tienes que no hayas recibido?
Y si lo has recibido ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?” (1Cor 4,7)
El hombre que considera suyo lo que no le pertenece, comprenda, pues, que lo ha
recibido y que se humille, porque le conviene que Dios sea glorificado en él. Que el
hombre se considere cada vez menos importante para que Dios sea glorificado en
él...
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”