Cristo, ¿Rey del “más acá” o del “más allá” ?
Solemnidad de Cristo Rey B
Hemos llegado al fin de un año litúrgico más, guiados por la mano afable de
Marcos, el más antiguo de los Evangelistas, y lo hacemos curiosamente, siendo
Cristo el Rey y Señor de los siglos, con una de las fiestas más recientes en la
Iglesia, la de Cristo Rey, de apenas el año 1925 por decreto del Papa Pio XI.
¿Su reino es de este mundo? A juzgar por lo que afirmó ante Pilatos, la respuesta
es negativa, pero todo el esfuerzo de Cristo se realizó en este mundo y los
beneficiarios somos nosotros, los que aún estamos en camino de paz.
Hace unos años hemos sido testigos de la caída del muro de Berlín, que volvió a
unir una ciudad que circunstancias políticas dividió de una manera violenta, a
gentes que eran parientes, familiares y amigos. Fue una gran celebración el día de
la caída. Ahí estuvieron los hombres plenos de un intenso regocijo, utilizando
cuanta herramienta encontraron para tumbar un muro de vergüenza y de muerte.
Si somos testigos de la verdad, y seguidores de Cristo Rey, entonces estamos
llamados a continuar haciendo caer otros muros, muchos muros que impiden que el
Reino de Cristo sea una realidad en este mundo. Sólo enumeramos algunos. Cada
uno de mis lectores me podría decir que otros muros tendríamos que eliminar en
ese mundo interior que constituye nuestra vida. Veamos:
El muro del consumismo que separa a los que tienen, que son pocos, de los que
nada tienen o tienen apenas lo indispensable para vivir. Mientras unos gastan en
productos para adelgazar y visitan los gimnasios para desprenderse de unos
cuántos gramos de grasa, otros quisieran otros gramos de alimento para subsistir.
Nos mostramos gozosos por lo que hemos logrado adquirir y los separamos por la
ropa que llevamos puesta o por el vehículos más grande o por el televisor
apantallador de toda una pared, cuando Cristo dijo que hay que buscar primero el
Reino, para que las cosas vengan a ser escaleras hacia el Señor.
La barrera de las estructuras políticas, económicas o sociales que atentan contra la
dignidad del hombre y tratan de reducirlo sólo a números, haciendo hombres en
serie como si fueran “vochos” y no hombres únicos e irrepetibles, como nos ha
hecho el Señor, que con una profunda creatividad nos hace distintos a cada uno y a
todos nos ama con especial predilección y amor.
La Barrera de los prejuicios que destruyen la paz del hombre y de la violencia que
riega sangre en todos los ambientes del hombre. Son barreras que nosotros
mismos nos creamos, a veces con situaciones tan absurdas como dividirnos por el
color de una camiseta en un mismo estadio, lo que da oportunidad de partirle la
“progenitora” a los del equipo contrario, pero también en situaciones muy difíciles
que no nos explicamos como los que se aferran al poder como en Siria, lejos de
nosotros, y como los narco-traficantes que han dividido a nuestra querida patria
mexicana, con comercios que se protegen con rejas contra los que atentan a su
seguridad. Cristo es el Rey de los que buscan la paz y dan la vida por ella.
Frente a barrera del miedo que paraliza al hombre convirtiéndolo en una marioneta,
viene a darnos valor para que lejos del miedo a los demás, podamos ser una sola
humanidad en camino a su propia liberación, la esclavitud del éxito fácil que es una
de las características del mundo de hoy, constituye una barrera sobre todo para el
mundo de los jóvenes que lo quieren todo, aquí y ahora, pero sin esfuerzo y a
veces con ingratitud a los padres y a los que han hecho posible su vida y su éxito.
Y finalmente en esta lista que por su naturaleza es incompleta, nos encontramos
con la esclavitud del mal, del sufrimiento y de la muerte, y de un mundo sin futuro
y sin esperanza. Frente a todo esto está el Cristo que es el mismo ayer ahora y
siempre y que nos muestra en su persona el único camino de paz, de felicidad y de
esa dicha que no termina cuando nos asociamos al Cristo que ya vive y que late
cerca del Buen Padre Dios con el mismo corazón con que nos amó aquí en la tierra
y que espera nuestro regreso para vivir siempre con él.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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