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Día litúrgico: Domingo XXXII (B) del tiempo ordinario
Día litúrgico: Domingo XXXIII (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mc 13,24-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo,
y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del
hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria (…). El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe,
ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Mis palabras no pasarán
Hoy el Evangelio presenta una parte del discurso de Jesús sobre el final de los
tiempos. Hay una frase que impresiona por su claridad sintética: "El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán".
La expresión "el cielo y la tierra" aparece con frecuencia en la Biblia para indicar
todo el universo, todo el cosmos. Jesús declara que todo esto está destinado a
"pasar". No sólo la tierra, sino también el cielo, que aquí se entiende en sentido
cósmico, no como sinónimo de Dios. La Sagrada Escritura no conoce ambigüedad:
toda la creación está marcada por la finitud. Con esta clara distinción, Jesús afirma
que sus palabras "no pasarán", es decir, están de la parte de Dios y, por
consiguiente, son eternas.
—Quienes oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, forman parte del reino de Dios, es
decir, viven bajo su señorío; están en el mundo, pero ya no son del mundo; llevan
dentro una semilla de eternidad, y al final producirá la resurrección de la carne.
Este es el poder de la Palabra de Cristo .
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