Vivir de cara a la eternidad.
2012-11-18
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando lleguen aquellos días,
después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán
del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al
Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y Él les enviará a sus
ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo
más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.
Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y
brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean
ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la
puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla.
Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de
cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo;
solamente el Padre». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, me acerco hoy a Ti con fe, sabiendo que eres el Señor de la vida y de la
historia. Consciente de mis debilidades y caídas, pongo mi confianza en Ti, porque
Tú siempre cumples tus promesas. Mientras contemplo tu amor que se convierte en
fidelidad, yo deseo también corresponder con mi fidelidad. Estoy ante Ti en esta
oración para escucharte y, descubrir tu voluntad en este día.
Petición
Espíritu Santo, concédeme estar atento a tus inspiraciones y fortalece mi voluntad
para poder seguirlas.
Meditación
Vivir de cara a la eternidad.
«La Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e
interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e
insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a
nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La
oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho,
sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca
nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos,
en cambio, tiempo para Dios, para conocer que “sus palabras no pasarán”, para
entrar en la íntima comunión con él que “nadie podrá quitarnos” y que nos abre a la
esperanza que no falla, a la vida eterna […] Para llevar a cabo una conversión
profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo,
como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia
según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de
dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo» (Benedicto XVI, 22
de febrero de 2011).
Reflexión apostólica
«Encomienden el eterno descanso de sus seres queridos en sus oraciones y
sacrificios; y ofrezcan a los demás el testimonio de su esperanza en la vida futura,
donde se reanudarán, de modo singular y glorioso, los lazos de la sangre en la
presencia visible del Padre celestial. Traten de vivir y manifestar estas actitudes de
fe y de esperanza cristianas de modo especial cuando llegue la muerte de forma
imprevista» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 295).
Propósito
Hacer un balance del uso de mi tiempo, de cara a la eternidad.
Diálogo con Cristo
No sé cuando vas a venir a recoger los frutos de mi vida, pero seguro va llegar el
día. Por eso, Señor, permite que sepa vivir auténticamente mi fe, poniendo todo en
tus manos, sabiendo que todo lo conducirás al bien. No soy el protagonista de la
misión sino sólo un instrumento, por eso te suplico que tu Espíritu Santo actúe en
mí. Te ofrezco mi día para cumplir con esa tarea que me has confiado en la Iglesia.
«Sólo nos toca estar atentos y ser muy fieles al plan de Dios»
( Cristo al centro, n. 2353).