XXXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Ap. 1,1-6.10-11; 2,1-5: Recuerda de dónde has caído y conviértete.
b.- Lc. 18, 35-43: ¿Qué quieres que haga por ti? Señor que vea otra vez.
Esta curación del ciego Bartimeo (cfr. Mc. 10, 46), está puesta por el evangelista,
después del tercer anuncio de la pasión que hace Jesús (cfr. Lc. 18, 31). Él está
subiendo a Jerusalén, es su última etapa, antes de vivir su misterio pascual. Los
discípulos están en cierto modo ciegos, no comprenden a su Maestro, el Mesías, lo
mismo se puede decir, de las condiciones de su seguimiento como discípulos. Son
ciegos que necesitan la luz de la fe, que brille nuevamente en su mente, corazón y
voluntad. Luego de la insistencia del ciego hecha gritos de fe y devoción, Jesús lo
manda traer: “﾿Qué quieres que te haga?ᄏ El dijo: ᆱᄀSe￱or, que vea!ᄏ Jesús le
dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.»Y al instante recobró la vista, y le seguía
glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alab￳ a Dios.” (vv. 41-43). La iglesia
primitiva vio en este acontecimiento una verdadera catequesis bautismal, donde se
destaca la fe y el seguimiento de este hombre, como actitudes fundamentales del
discípulo, para estar con Jesús. Si hablamos de etapas, el catecúmeno, debe hacer
el mismo camino que el ciego: Buscar a Dios en los acontecimientos de su vida
ordinaria, vencer los obstáculos naturales, espirituales, sociales, la opinión de la
gente, en concreto le mandaban callar, pero él gritaba más fuerte, deja su pasado,
a la voz de Cristo que lo llamó, tener un diálogo con ÉL, es Dios que llama al
hombre. Recobrada la vista, siguió a Jesús, como testigo de su Reino, glorificando a
Dios. El Mesías que sufrirá su pasión al entrar en la ciudad de David, no desdeña
atender la súplica de un pobre ciego; Jesús sirve a los hombres hasta el final. Se
hace peregrino del Reino de Dios, entra en la ciudad que mata a los profetas, es el
mismo camino que el cristiano ha de recorrer, para que por la renuncia y la cruz,
entre en la gloria de la resurrección. Para ver, necesitamos, como el ciego, la fe,
creer. La fe es luz que ilumina la existencia, de todo hombre y mujer; unidas a la
racionalidad y la responsabilidad ayudan a mejorar la existencia, haciendo el
camino de obedecer a la fe. Ceguera, es en cambio, es el fanatismo religioso, que
es lo opuesto a la fe, y el egoísmo, contrario al verdadero amor a Dios y al prójimo.
Muchos hoy caminan por la ciudad y por la vida, ciegos por el odio, la ambición, la
indiferencia, el desamor, la actitud del ciego Bartimeo, es todo un camino sereno
hacia la luz, que reverbera en el rostro de Cristo Jesús.
Teresa de Jesús, como el ciego vio muchas veces el Rostro de Jesucristo desde la
clara visión de la fe: “Vi a Cristo con los ojos del alma más claramente que le
pudiera ver con los ojos del cuerpo” (Vida 7,6).