EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
Apocalipsis 4,1-11.
Después tuve la siguiente visión: Había una puerta abierta en el cielo, y la voz que
había escuchado antes, hablándome como una trompeta, me dijo: "Sube aquí, y te
mostraré las cosas que deben suceder en seguida".
En ese mismo momento, fui arrebatado por el Espíritu y vi en el cielo un trono, en
el cual alguien estaba sentado.
El que estaba sentado tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de ágata.
Rodeando el trono, vi un arco iris que tenía el aspecto de la esmeralda.
Y alrededor de él, había otros veinticuatro tronos, donde estaban sentados
veinticuatro Ancianos, con túnicas blancas y coronas de oro en la cabeza.
Del trono salían relámpagos, voces y truenos, y delante de él ardían siete lámparas
de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
Frente al trono, se extendía como un mar transparente semejante al cristal. En
medio del trono y alrededor de él, había cuatro Seres Vivientes, llenos de ojos por
delante y por detrás.
El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero
tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo.
Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por
dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: "Santo, santo, santo es el
Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá".
Y cada vez que los Seres Vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que
está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
los veinticuatro Ancianos se postraban ante él para adorarlo, y ponían sus coronas
delante del trono, diciendo:
"Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder.
Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad".
Salmo 150(149),1-2.3-4.5-6.
¡Aleluya!
Alaben a Dios en su Santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento;
alábenlo por su inmensa grandeza.
Alábenlo con toques de trompeta,
alábenlo con el arpa y la cítara;
alábenlo con tambores y danzas,
alábenlo con laudes y flautas.
Alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos vibrantes,
¡Que todos los seres vivientes
alaben al Señor!
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 19,11-28.
Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de
Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a
otro.
El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la
investidura real y regresar en seguida.
Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno,
diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'.
Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada
encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'.
Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes
había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido
diez veces más'.
'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe
el gobierno de diez ciudades'.
Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco
veces más'.
A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'.
Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé
envueltas en un pañuelo.
Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que
no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'.
El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que
soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que
no sembré,
¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera
recuperado con intereses'.
Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez
veces más'.
'¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'.
Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo
que tiene.
En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y
mátenlos en mi presencia".
Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Comentario del Evangelio por:
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Encíclica “Laborem exercens”, 26 (trad. © copyright Libreria Editrice
Vaticana)
“Hacedlos fructificar”
En la vida de Cristo y en sus parábolas se encuentra el evangelio sobre el
trabajo. Es lo que Jesús hizo y enseñó. (cf Hch 1,1) A esta luz, la Iglesia ha
proclamado siempre aquello que encontramos expresado de modo actual en las
enseñanzas del Concilio Vaticano II: “La actividad humana, así como procede del
hombre, está también ordenada al hombre. Pues el hombre, cuando actúa, no sólo
cambia las cosas y la sociedad, sino que también se perfecciona a sí mismo.
Aprende mucho, cultiva sus facultades, sale de sí y se trasciende. Si este
crecimiento es rectamente comprendido, vale más que las riquezas exteriores que
puedan acumularse. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene...Por
tanto ésta es la norma de la actividad humana: que, según el designio y la voluntad
divina, concuerde con el bien genuino del género humano y permita al hombre
individual y socialmente cultivar y realizar plenamente su vocación.” (GS 35)
En esta visión de los valores del trabajo humano, es decir, en esta espiritualidad
del trabajo, se explica perfectamente lo que sigue en el mismo documento acerca
de la recta significación del progreso: “Todo lo que los hombres hacen para
conseguir una mayor justicia, una más amplia fraternidad y una ordenación más
humana en las relaciones sociales, vale más que los progresos técnicos. Pues estos
progresos pueden ofrecer, como si dijéramos, la materia para la promoción
humana, pero por sí solos no pueden de ninguna manera llevarla a cabo.” (id.)
Esta doctrina sobre el problema del progreso y del desarrollo, -tema dominante
en la mentalidad contemporánea-, sólo se comprende como fruto de una probada
espiritualidad del trabajo y únicamente sobre la base de una tal espiritualidad se
puede realizar y poner en práctica esta doctrina.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”