XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Solemnidad. Jesucristo, Rey del Universo
Segunda Lectura: Ap 1,5-8
“Él ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y
Padre”
Hoy, último Domingo del año litúrgico, celebramos la solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo, es una fiesta litúrgica instituida por el Papa Pío XI, el
año 1925. En la primera lectura el profeta Daniel en unas visiones ve venir como
un «Hijo de hombre» entre las nubes del cielo. Con este título parece designar a un
hombre que supera misteriosamente la condición humana. Es a Él a quien Dios le
da el imperio sobre todos los pueblos. Su imperio nunca pasará, será eterno,
estable. No será destruido jamás. El Señor Jesús es aquel misterioso «Hijo de
hombre» vislumbrado por el profeta. Él se aplica a sí mismo aquel título (ver Mt
20,28; 25,31; Mc 2,10.28; 8,31; 9,9-31; 10,34; Jn 3,13; 6,53; 8,28). Él es aquel
que llegado el momento vendrá “en las nubes”, el “Príncipe de los reyes de la
tierra”, a quien le está reservado aquel dominio eterno, “la gloria y el poder por los
siglos” (2ª. lectura).
Continuando con los temas sobre el sacerdocio de Cristo, hoy nos fijaremos en
esta afirmaci￳n del Apocalipsis: “Él ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes
para su Dios y Padre.” Con esta homilía también terminamos los comentarios a la
segunda lectura que hemos venido haciendo durante dos a￱os…
Primero una palabra, citando a san Agustín, sobre el término Reino de Cristo;
Jesús no ha venido “para reinar en este momento, lo hará en el momento que
nosotros invocamos al decir: “que venga a nosotros tu reino”. Como Hijo de Dios,
como Verbo de Dios, el Verbo por quien todo fue hecho, reina siempre con el Padre.
Pero los profetas anunciaron también su reino como Cristo hecho hombre que reúne
a sus fieles. Habrá, pues, un reino de cristianos, el reino que está establecido
actualmente, que se prepara, que ha sido comprado con la sangre de Cristo. Más
tarde este reino se manifestará, cuando resplandecerá en sus santos, después del
juicio pronunciado por Cristo”. Y san Cipriano dice que “… el Reino de Dios significa
Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los días y de quien
queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra
Resurrecci￳n porque resucitamos en Él,…; también significa “el Reino de Dios
porque en Él reinaremos”.
El Reino es vida cristiana y es horizonte hacia el cual encaminarnos y dirigir
nuestro quehacer. El Reino es una expresión que sintetiza una dimensión
fundamental en la existencia cristiana. Pedir que «venga a nosotros» expresa la
conciencia de que la fuerza de Dios auxilia nuestra debilidad para llevarnos por sus
senderos, viviendo y acogiendo su Plan de amor y reconciliación.
Ahora, “Él ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y
Padre.” Entendemos esta expresi￳n en dos niveles. El primero, como recuerda
también el concilio Vaticano II, con referencia a todos los bautizados, que “son
consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de
las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales” (LG 10). Todo cristiano es
sacerdote. Se trata aquí del sacerdocio llamado ‘común’, que compromete a los
bautizados a vivir su oblación a Dios mediante la participación en la Eucaristía y en
los sacramentos, en el testimonio de una vida santa, en la abnegación y en la
caridad activa (cf. ib.).
En otro nivel, la afirmaci￳n de que Dios “ha hecho de nosotros un reino de
sacerdotes” se refiere a los sacerdotes ordenados como ministros, es decir,
llamados a formar y dirigir al pueblo sacerdotal, y a ofrecer en su nombre el
sacrificio eucarístico a Dios en la persona de Cristo (cf. ib.). Así en esta solemnidad
se hace memoria del único sacerdocio de Cristo y expresa la vocación sacerdotal de
la Iglesia, en particular del obispo y de los presbíteros unidos a él. En efecto, Cristo
“no s￳lo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también,
con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la
imposici￳n de las manos, participen de su sagrada misi￳n” (Prefacio IV de la Pasi￳n
del Señor).
En esta solemnidad de Jesucristo Rey del universo, hagámonos conscientes de
nuestro identidad y misión, de nuestro llamado a vivir con en y con Cristo, haciendo
reinar a nuestro Rey, Jesucristo, en nuestros familia y en nuestro corazón, en
nuestra parroquia…, puesto que la se￱al de la cruz nos ha hecho reyes a todos los
regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo nos ha consagrado
sacerdotes; y así, además del especial servicio del ministerio sacerdotal, todos los
cristianos espirituales deben “saber que son partícipes del linaje regio y del oficio
sacerdotal. ¿Qué hay más regio que un espíritu que, sometido a Dios, rige su propio
cuerpo? ¿Y qué hay más sacerdotal que ofrecer a Dios una conciencia pura y las
inmaculadas víctimas de nuestra piedad en el altar del coraz￳n?” (San Le￳n Magno,
Sermo 4, 1).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)