Comentario al evangelio del Sábado 01 de Diciembre del 2012
Queridos amigos y amigas:
Se nos acaba el año, y ¿cómo nos encuentra Dios? Esta tarde la liturgia se viste del blanco de Adviento
y el “ángel nos muestra el río de agua viva, luciente como el cristal, que sale del trono de Dios y del
Cordero que hace crecer el árbol de la vida”. Nuestro Redentor está vivo y sólo los vivos contemplan
su rostro. No te mueras ahora que queda tan poco.
Para estar vivo, ten cuidado: “no se te embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del
dinero, y se te eche encima de repente aquel día. Estate siempre despierto, pidiendo fuerza para escapar
de todo lo que está por venir, y mantente en pie ante el Hijo del Hombre”.
¡Qué mensaje más bonito en el último día del año litúrgico para saborearlo en la memoria de María en
sábado!. Que no se nos embote la mente con preocupaciones absurdas. Que estemos bien despejados,
despiertos de tanto susurro que amortaja el alma en la superficialidad y el desencanto. En pié, alerta,
firmes ante Jesús el Cristo de nuestra fe. Sin bostezos ni lágrimas de aburrimiento en los ojillos. Y si
no lo puedes evitar, pide fuerza para escapar de lo que está por venir, eso que puede arruinar todo
cuanto has hecho hasta ahora y agota el último aceite de la alcuza. No se puede bajar la guardia porque
el partido termina cuando pita el árbitro. Todo el tiempo de juego es tiempo de salvación.
Hermano, hemos de pasar por la purificación para llegar al lugar donde “no hay ni habrá ya nada
maldito”. Lo maldito se pega a nuestros huesos con suma facilidad y hay que ejercitarse en la ascesis
de antaño para rejuvenecer, de lo contrario, no dejaremos la noche y necesitaremos luz de lámpara o
del sol, luceros de poca monta comparados con la luz que irradia el Señor Dios.
Mirad que el Señor está para llegar. Dichoso quien tiene presente el mensaje profético. Esperad,
postrados en tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
¡Buen Adviento!
Vuestro hermano en la fe:
Miguel, cmf
Miguel, cmf