II Domingo de Adviento, Ciclo C.
Pautas para la homilia
“La justicia que Dios quiere”
1. La figura personal de este domingo es la figura del profeta (Habacuc y Juan
Bautista).Es su misión leer el momento, interpretar los signos de los tiempos, ver lo
que está sucediendo. Es su misión transmitir la voluntad de Dios, decir al pueblo
que Dios quiere de él, urgir una reacción inmediata, que siempre tendrá la dirección
de una conversión a la justicia que Dios quiere. La palabra de los antiguos profetas
sigue resonando hoy en este momento histórico y nos ayuda a discernir las crisis de
los tiempos y a orientar la dirección de nuestra conversión a la justicia que Dios
quiere. ¿Quiénes son los profetas de hoy? ¿Cuáles son los signos de nuestros
tiempos? ¿Qué exige de nosotros la justicia que Dios quiere?
2. La figura, el tema, el valor… central del mensaje profético hoy es la JUSTICIA.A
ella hacen referencia las tres lecturas. Pero no se trata de cualquier justicia, sino de
la justicia que Dios quiere. Es la justicia que anuncian quienes vienen desde el
desierto, de aquella situación en la que tiene lugar la experiencia de Dios, la victoria
sobre los demonios, la conciencia lúcida sobre lo esencial en la vida de las
personas, sobre la diferencia entre lo necesario y lo superfluo (de esta conciencia
estamos muy necesitados en esta sociedad del bienestar, aunque estemos en
tiempo de crisis y de recortes, o precisamente porque son tiempos de crisis y de
recortes).
3. Es en el desierto así entendido, de donde viene Juan, donde se conoce de veras
cuál es la justicia que Dios quiere. Es aquella que no se conforma con dar a cada
uno “lo que es suyo”, “lo que merece”, “a los que tiene derecho según la ley”. Esta
es, en el mejor de los casos, la justicia que se promueve en los palacios de Tiberio,
Pilato, Herodes, Anás y Caifás… ayer, y en los centros políticos y financieros de hoy.
Pero el resultado de esta justicia es cada vez más injusticia, cada vez más
excluidos, cada vez más pobres y más indocumentados a quienes se les niegan los
derechos del ciudadano. .
4. La justicia que Dios quiere es aquella que da a toda persona, sin distingos ni
discriminaciones, lo que necesita para (lo esencial y necesario) para vivir con
dignidad como persona y como hijo o hija de Dios, desde el pan de cada día al
reconocimiento efectivo de la dignidad humana. Esta es la Justicia del Reino que
Jesús proclamará como lo único necesario; todo lo demás vendrá por añadidura.
Para que esto llegue a ser verdad en esta sociedad es necesario abajar muchas
montañas de bienes materiales y dineros acumulados y levantar muchos valles de
pobreza y humillación, abajar muchas colinas de poder y levantar muchos
barrancos de marginación, exclusión, desempleo, indefensión jurídica… Esto es
allanar los caminos del Señor, para que Dios pueda transitar por esta sociedad y
venir hacia nosotros o para que esta humanidad esté en condiciones de reconocer y
acoger su presencia.
5. Sin hacer de menos la invitación a abajar las cumbres de la soberbia de la vida y
levantar los valles de la falta de autoestima, Juan Bautista nos invita en este
adviento a allanar los caminos de la justicia que Dios quiere. Esta es la invitación a
la conversión integral. Porque la justicia que Dios quiere se refiere a todas las
dimensiones de la vida, desde el solidario reparto de los bienes materiales hasta el
efectivo reconocimiento de la dignidad de toda persona, desde las relaciones
fraternas en las relaciones cortas a las relaciones justas y solidarias en las
relaciones largas.
Fr. Felicísimo Martínez Díez O.P.
Convento Ntra. Sra. del Rosario (Madrid)