Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Adviento,
Semana No. 1, Viernes
Lecturas de la S. Biblia
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Temas de las lecturas: Aquel día, verán los ojos de los ciegos * El Señor es mi luz
y mi salvación. * Jesús cura a dos ciegos que creen en él
Textos para este día:
Isaías 29,17-24:
Así dice el Señor: "Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel
parecerá un bosque; aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas
ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el
Señor, y los más pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el
opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que
van a coger a otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por
nada hunden al inocente."
Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: "Ya no se avergonzará
Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él,
santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los
que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la
enseñanza."
Salmo 26:
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi
vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días
de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el Señor, sé
valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R.
 
Mateo 9,27-31:
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: "Ten compasión de
nosotros, hijo de David." Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les
dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?" Contestaron: "Sí, Señor." Entonces les tocó los
ojos, diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe." Y se les abrieron los ojos.
Jesús les ordenó severamente: "¡Cuidado con que lo sepa alguien!" Pero ellos, al
salir, hablaron de él por toda la comarca.
Homilía
Temas de las lecturas: Aquel día, verán los ojos de los ciegos * El Señor es mi luz
y mi salvación. * Jesús cura a dos ciegos que creen en él
1. La enfermedad vencida
1.1 Es interesante recordar la etimología de la palabra "enfermedad". El enfermo es
el "in-firmus", el que no está firme, el que tambalea. Y así sucede: la enfermedad
nos quebranta, es decir: nos quiebra. Por ello los milagros de curación física tienen
una fuerza persuasiva particular, pues no sólo se trata del bien de la salud sino de
devolver "firmeza" al que decaía y se derrumbaba. El Dios que se muestra capaz de
vencer a la enfermedad es el Dios que así se revela capaz de devolver a su vigor y
firmeza la obra que Él mismo ha creado.
1.2 Las lecturas de ayer nos hablaban de la firmeza que sólo Dios concede; hoy nos
hablan de la fortaleza que sólo Él restaura.
1.3 Es interesante destacar en la primera lectura que la salud tiene un propósito,
según vemos. Por ejemplo, los sordos no recuperan simplemente la capacidad de
oír, esto es, de oír cualquier cosa, sino que recuperan el oído para oír la palabra del
Señor. La salud recobrada, pues, no es sólo un bien que Dios da, sino un camino
que abre para que a través de sus dones le conozcamos a Él mismo.
2. La fe como puerta al mundo de Dios
2.1 En evangelio de hoy nos presenta una de muchas sanaciones que realizó Cristo.
Evidentemente para que veamos cumplido lo que prometió Dios por boca del
profeta, pero en este milagro de hoy hay una enseñanza peculiar: es el único caso
en que Cristo pregunta a un enfermo sobre la posibilidad de su propia curación:
"¿crees que puedo hacerlo?" (cf. Mt 9,28). Esta pregunta es como la puerta que
ellos deben franquear si desean pasar a otro modo de existencia.
2.2 Lo que vale para ellos vale para nosotros. Sólo la fe nos abre la puerta hacia la
lógica de Jesús y hacia el mundo de Dios. La pregunta, pues, está tácita pero
realísima en toda la fe de la Iglesia. Nuestra Iglesia, en efecto, está llena d
eprodigios que son, si quiere, mayores que una curación física. Lo que acontece en
la Eucaristía, lo que sucede cuando recibimos la absolución, lo que Dios hace en
una ordenación sacerdotal, lo que pasa en el corazón humano cuando
verdaderamente ora. Estamos rodeados de misterios, pero para que la vida plena
que Cristo nos prometió se cumpla en nosotros hay una puerta: la fe. ¿Qué decir,
sino la súplica de los apóstoles: "Señor, ¡auméntanos la fe!" ?
Fr. Nelson Medina, O.P.