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A QUELLOS CAMINOS QUE D IOS FRECUENTÓ
D OMINGO 2 º DE A DVIENTO . L C 3, 1-6
9 DE DICIEMBRE DE 2012
No nos envió un mensajero cualquiera. Era Él mismo que se hizo mensaje y mensajero a
la vez. Y nos contó que venía a pasear nuestros senderos, por torcidos y altivos que fueran.
Pero nos advirtió a través del Bautista que tendríamos que colaborar para ese encuentro: no
sólo frecuentando los caminos que Dios frecuentó, sino prepararlos debidamente. Algo así
como haciendo camino al andar, nos encontramos en este 2º domingo de Adviento que viene a
completar el del domingo anterior. Porque entonces se nos daba un toque de atención:
“levantaos, alzad la cabeza, tened cuidado, estad siempre despiertos...” (Lc 21, 34-36). Era una
honda invitación a la vigilancia, que este domingo se explicita más aún.
El mensajero es Juan Bautista (que junto con Isaías y María, forma parte de la tríada que
nos acompañará en todo este tiempo litúrgico). Fue un profeta querido y temido, porque
cantaba las verdades sin pose ni ficción. Pagó caro su amor a la verdad. Pero no sólo la decía,
sino que sobre todo la vivía, la decía viviéndola.
Su mensaje se allega hoy hasta nosotros haciéndonos la misma invitación que hace
2000 años hizo a otra gente: está por venir otro, alguien especial, por quien el corazón de todos
los hombres ha estado siempre en vilo; avivad, pues, vuestra espera, encended vuestra
esperanza, y cambiad, convertíos, porque Él, el esperado por todos y por ti... está para llegar.
Hay que pensar que el mensaje del Bautista no era de palabras de seda para entretener
piadosamente a gentes aburridas, para las que el único cambio posible era sólo el cambio de
horario. Juan Bautista, entrará a saco para ir al grano en otro cambio y preguntar sin ambages a
los de entonces y a nosotros los de acá: ¿qué caminos andas tú? Porque el Mesías no viene
por todos los caminos. A saber: el camino de la injusticia, el camino de la violencia, de la
inmisericordia, de la dureza, del olvido, de la idolatría, de la tibieza... por ahí no vendrá Él. Es
imposible caminar por estos andurriales creyendo que nos llevan a Belén.
En el cruce de caminos de mi vida con la suya, en las sendas allanadas y las colinas
descendidas, quiere el Señor mostrar a cuantos quieran ver, su Bondad y su Ternura, sin
distinción de raza, lengua y nación. Y así termina este Evangelio: “todos verán la salvación de
Dios” (Lc 3,6). Tremendo misterio, que Dios haya querido en buena parte supeditar el que esa
salvación sea vista, a que yo no tenga, no ande, los caminos indebidos que ofenden a Dios y
manchan al hombre.
Sólo queda enderezar lo torcido, allanar lo altanero, igualar lo escabroso. Dios nos
quiere camineros y caminantes para que nuestros pies frecuenten las sendas por las que Dios
vino, viene y vendrá; caminos que huelen a tomillo de paz, gracia y comunión, caminos de
horizontes largos donde la gente se ve de lejos y los rostros como son, caminos llenos de la
misericordia y lo entrañable, caminos propios del Buen Dios.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo