Ciclo C. II Domingo de Adviento
Julio César Villalobos, C.M.
Adviento: tiempo para colocarse el vestido de la gracia
Una pequeña y sencilla historia que merece la pena contarse. Hubo una familia de 4
hermanos varones. El papá le tocó ir al hospital ya que sufría por su edad de varias
cosas: problemas a la vista, a las piernas y sobre todo a las vías urinarias. Delante
de la esposa, el médico sin tapujos en la lengua y sin haber hecho los análisis
correspondientes le dijeron que tenía cáncer a la próstata. La esposa se
desesperaba, y él (el esposo) guardaba silencio. Al llegar a casa, los hijos pusieron
el grito en el cielo y se contagiaron de las lágrimas de la mamá, pero el papá seguía
guardando silencio hasta que en algún momento habló y dijo: “¿de qué se
preocupan?, les veo que se amargan y se ponen tristes, no debería ser así. Yo
confío en Dios y eso me basta”. Luego toda la familia se puso de acuerdo para
llevarle a un buen hospital y los médicos después de haberle examinado y hecho los
análisis correspondientes dictaminaron que no tenía nada de nada. Que estaba
sano.
Cuántas veces somos testigos de que hay gente que se deja llevar por el desánimo,
por el abatimiento, también por el pecado en sus diversas manifestaciones; o
cuántos de nosotros hemos caído en ello. El libro de Baruc nos va a dar la
respuesta y la luz que necesita nuestra vida en este tiempo de adviento:
“Despójate de tu vestido de luto y aflicción y VÍSTETE DE GALA PARA SIEMPRE…y
ponte como corona la gloria del Eterno” (Baruc 5,1-9). Adviento es un tiempo para
dejar de lado aquello que me impide estar cerca del señor y poder caminar para
adelante. Es un tiempo para renovar la fe y fortalecerla.
Es que no podemos vivir todo el tiempo de la manera como estamos caminando. Es
bueno recordar lo que Baruc dice: “Levántate, Jerusalén, sube a lo alto…Dios ha
mandado que se abaje todo monte elevado y toda colina encumbrada”.
Nada más hermoso que estar con el Señor y hacerle caso siempre a Él y confiar en
su misericordia. Esto es un reto permanente. Aquel papá de la historia pudo confiar
en Dios, y así él mismo fue un signo de paz y esperanza para su propia familia.
Escuchemos la voz de San Pablo que dirá: “Si Dios ha inaugurado entre ustedes
una obra buena, la llevará a feliz término” (Filp.1,4-6.8-11). Crecer en gracia
significa: crecer en la bendición de Dios, en la fe, la confianza que podamos poner
más en Dios. Es que todos necesitamos de su amor, no puedo estar como viviendo
de espaldas a Dios mismo. ¿Cuál es el deseo de San Pablo para este tiempo de
adviento?: “Que el amor entre ustedes siga creciendo más y más en conocimiento y
sensibilidad para todo”.
Adviento es un tiempo para volver nuestra mirada a Dios, y ese fue el deseo de San
Juan Bautista, que bellamente lo recoge Lucas en su evangelio: “Preparen el
camino del Señor, allanen sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes
y colinas; que lo torcido se enderece, lo áspero se iguale” (Lc.3,1-6). Es un tiempo
para convertirnos de verdad. Conversión es un cambio radical y permanente de
nuestras vidas.
¿Cómo me estoy preparando para este tiempo de adviento?, ¿hay algunas personas
o cosas que me distraen de la centralidad del nacimiento de Jesús?
¿Saben cuál es la motivación de por qué en este tiempo debemos convertirnos?
Según el evangelio de hoy: “Y todos verán la salvación de Dios”.
Adviento, por tanto, es un tiempo PARA COLOCARSE EL VESTIDO DE LA GRACIA.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)