II Domingo de Adviento, Ciclo C
San Lucas 3, 1-6:
¿Porqué buscan fuera una felicidad que está en el corazón?

Autor: Padre Alberto Ramírez Mozqueda   

 

Para situar la figura de Jesús en el tiempo y en el espacio, el evangelista San Lucas, comienza por enumerar los poderes civiles y religiosos de su tiempo, comenzando por  Tiberio que reinaba en Roma, siguiendo por Poncio Pilato procurador de Judea, y después de otros personajes secundarios, remata con las autoridades religiosas de su pueblo: Anás y Caifás. Eso era el intento del evangelista, pero es increíble, que ya desde el primer momento, con esto, enumera también a los dos poderes que condenaron a Jesús, ni más ni menos, enviándolo a la cruz. Pues a partir de ese hecho, San Lucas se dedica a presentar la figura de Juan el Bautista: “Vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías”, y es interesante que después de los personajes rimbombantes que hemos enumerado, lo presenta alejado de los poderes de Roma y de Jerusalén, precisamente en el desierto, que para los judíos era muy significativo, pues a través de él, fueron conociendo los judíos lo que era la marcha hacia la libertad y lo que valía el ser amigos y aliados del verdadero Dios de los cielos. Y en el desierto, pues, Juan  Bautista comenzará a preparar el camino del Señor, a presentarlo ante el pueblo como el nuevo libertador, y quizá venciendo la repugnancia motivada por su sencillez y  su humildad, bautizarlo delante de todos para propiciar que el Padre y el Espíritu Santo lo presentaran como el enviado divino a salvar a todos los hombres.  

El mensaje del Bautista, con todo y ser el que cierra el ciclo de los profetas del Antiguo Testamento no es menos importante para todos e incluso para nosotros el día de hoy: “El predicaba un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados... preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle serán rellenado, toda montaña y colina, rebajado, lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios”.

La palabra del Bautista que nosotros rescatamos hoy es única: Preparar el camino del Señor, del que viene. Antes de citar al Profeta Baruc que nos da la pauta de esa preparación, quisiera contarles de una señora que una vez perdió una aguja, y como era una de sus poquísimas pertenencias, comenzó a buscarla con la luz del día. Los vecinos, apenados por ella, le ayudaron a buscarla, pero cuando llegó  la tarde y no la encontraron, le preguntaron que dónde exactamente había perdido su aguja, y les confesó que la había perdido dentro de su casa, pero como fuera de ella había más luz, le pareció oportuno buscarla ahí. Le dijeron que eso era absurdo y que los había hecho que perdieran su valioso tiempo. Cuando hubieron hablado ella nos recombino por andar buscando la felicidad fuera, cuando la verdadera felicidad está dentro del corazón. ¡Qué verdad es esto para nosotros! Nos hemos preocupado por arreglar nuestras casas, nuestras calles y nuestros comercios, para Navidad, tratamos de llenar de regalos a aquellos con los que queremos quedar bien, sentamos a santa claus en el mejor lugar, y a Cristo lo dejamos sin regalo y sin un asiento en nuestra mesa precisamente en el día de su cumpleaños y él tiene que contentarse con que lo dejen estar en un destartalado nacimiento en nuestras iglesias. 

Aquí viene, pues, el profeta Baruch para iluminar la preparación que nosotros debemos hacer para la venida del Salvador: “Despójate de tus vestidos de luto y aflicción, y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da; envuélvete en el manto de la justicia de Dios y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno…ponte de pie, sube a la altura, levanta los ojos…camina seguro bajo la gloria de Dios”.   y nos convendría escuchar a San Pablo: “El que comenzó en ustedes ésta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús…Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual…llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús”. Justicia, pues, verdad y amor, mucho amor es lo que necesitamos en esta Navidad, y que S.S. Benedicto XVI ha resumido en su último documento a todo el mundo: Caridad en la Verdad.