Festividad: Todos los Santos
San Mateo 5, 1-12a

Autor: Padre Antonio Díaz Tortajada

 

Ap 7, 2-4, 9-14
Salmo 23, 1-6
1 Jn 3, 1-3
Mt 5, 1-12a


1. Santidad y fiesta forman una unidad en toda celebración de la Iglesia. Santidad y
fiesta se convierten en una situación permanente para el hombre de corazón generoso que
tiene enraizada su esperanza en el Señor. Hoy la Iglesia celebra la gloria de nuestros
hermanos, que después de vivir como peregrinos en este mundo, gozan de la plenitud de la
comunión con Dios en el cielo.
Llamamos hoy santos a todos los que a lo largo de historia han cumplido la voluntad de Dios
y gozan ahora con Él en el cielo y... son innumerables. La inmensa mayoría, de la inmensa
mayoría no conocemos su nombre, algunos son reconocidos por la Iglesia en su martirologio y
propuestos como modelos de vida cristiana.
Hoy celebramos a todos no solo a los que están en nuestras listas oficiales sino a los que
están en las listas de Dios, que son muchísimos. Son nuestros hermanos los mejores hijos de
la Iglesia. En ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad, son esa multitud
que contempla san Juan hoy en el libro del Apocalipsis.

2. Los santos son personas como nosotros que han tenido las mismas dificultades y que han
seguido a Cristo viviendo su Evangelio y ahora gozan de la plenitud de la vida en Dios, más
aun ahí incluimos a nuestros abuelos, a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros
amigos, a nuestros conocidos particularmente los que el día de mañana los haremos presentes
en la conmemoración de los Fieles Difuntos.
Este es el motivo de nuestra alegría. Multitud hermanos nuestros participan de la felicidad
de Dios, esa felicidad que todos buscamos mientras vivimos peregrinando en este mundo. ¿
Cómo han vivido y que han hecho para que ahora nos sintamos en verdadera comunión con
nosotros la Iglesia?
Ellos impulsados por el Espíritu del Señor han buscado a Dios con el corazón sincero que es
el sentido de la vida y se han dejado encontrar por Dios, por el Dios de Jesucristo, Dios
que es amor, ellos han hecho un seguimiento firme, decidido, valiente de Jesucristo y han
vivido heroicamente las virtudes cristianas, ellos hechos de barro como nosotros han
comprendido el misterio del amor de Dios revelado en Jesucristo y han respondido a su
llamamiento con verdadera conversión de corazón.
Ellos nacidos de nuevo por el agua y el Espíritu a la vida de hijos de Dios han mantenido
fija la mirada puesta en aquel que ha dado la vida en la Cruz por todos nosotros. Y se han
mantenido firmes en ese amor de Jesucristo el Señor.
Ellos han sabido reconocer el pecado en su vida y pidiendo perdón han creído en la
misericordia del Padre y la han acogido. Ellos, los Santos, se han alimentado asiduamente
de la palabra de Dios y del Pan de Vida Cuerpo y Sangre de Cristo, ellos han transmitido
con fidelidad el don de Dios acogido y vivido en su vida, ellos han agradecido con amor de
hijos la maternidad de la Iglesia, ellos han sufrido la gran tribulación sin perder la
alegría del corazón y con la esperanza siempre puesta en las promesas del Padre cumplidas
en Jesucristo, ellos han sabido en la gran tradición del espíritu bíblico decir siempre sí,
decir siempre amén, a la voluntad de Dios.

3. Si algo ansiaban los Santos era poder ver a Dios cara a cara, lo han anhelado, lo han
deseado, lo han anticipado por los caminos de la oración, por los caminos de sacramentos y
por los caminos de la caridad fraterna. Ellos sintiéndose verdaderamente hijos de Dios
supieron vivir una afiliación desde el Espíritu de las bienaventuranzas proclamadas por el
Señor Jesús.
Ellos fueron felices porque en el camino de esta vida hacían el esfuerzo con la gracia de
Dios de configurarse cada día más y más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo verdadero
modelo de santidad y de vida por esto estaban siempre alegres, contentos, felices porque
vivían una vida escondida con Cristo en Dios.
Hoy pedimos al Señor que, nuestros hermanos ya glorificados intercedan por nosotros que
formamos parte de su familia la Iglesia aun peregrina. Que rueguen por nosotros a fin de
que también podamos gozar de la visión de Dios y participar con todos los Santos, de la
vida en plenitud. El canto jubiloso de los bienaventurados que hemos escuchado de la
primera lectura es también el nuestro, la victoria es de nuestro Dios que está sentado en
el trono y del cordero Cristo Jesús. Por su número y porque han demostrado que es posible
vivir según el Evangelio de Jesús, los Santos son dignos de que celebremos su fiesta y que
hoy todo sea una alabanza de Cristo porque ellos son el mejor fruto de la Paz. La visión
optimista del Apocalipsis de los innumerables de toda raza y condición, de toda nación y
edad, nos llena de orgullo y estímulo.

4. -Los Santos no han sido ángeles y héroes de otro planeta, sino personas que han vivido
este nuestro mundo, en tiempos tan difíciles o tal vez más que los nuestros, vienen de la
gran tribulación. Poco ayudados generalmente como nosotros por el ambiente, pero han amado,
se han esforzado y han realizado en sus vidas el proyecto de vida de Cristo.
Los Santos han respondido positivamente al llamamiento del Señor a vivir la santidad. Esta
llamada esta dirigida a todo el mundo, todos somos llamados a la santidad, es una llamada
universal, es como aquella voz del Padre que dice de Jesús “Este es mi hijo amado, en el yo
me complazco, escúchenlo”
Cada uno de nosotros hemos sido incorporados a la vida de Cristo por el agua y el Espíritu
Santo, somos personas del Espíritu, en los Santos que hoy celebramos el Espíritu ha
encontrado camino ancho para hacer posible la santidad que Dios quiere para todos; santidad
que hace posible vivir y edificar la Iglesia en comunión, la Iglesia en la que nuestros
hermanos que hoy celebramos han sabido encontrar al Santo, Jesús y en la unión con Él y los
suyos han dado frutos de obras de caridad.