II Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera: Is 11,1-10; segunda: Rom 15,4-9 Evangelio: Mt 3,1-12 

NEXO entre las LECTURAS

El Espíritu es el concepto presente en la liturgia y unificador de la misma. Se trata del Espíritu no en sí, sino referido al Mesías, a cuya venida nos preparamos y cuya llegada celebramos en la Navidad. Sobre el Mesías, renuevo del trono de Jesé, reposará el Espíritu del Señor. Será el Mesías quien bautice en Espíritu y fuego. San Pablo presenta a nuestra imitación el ejemplo de Jesucristo, que se entregó tanto a judíos como a paganos y así infundió en todos un solo corazón. Esta parenesis paulina termina así: "Que el Espíritu Santo, con su fuerza, os colme de esperanza". Una esperanza, imperfectamente satisfecha en la Navidad, plenamente satisfecha en la segunda venida del Señor. 

MENSAJE DOCTRINAL

San Juan Bautista nos recuerda una realidad maravillosa: Hemos sido bautizados con Espíritu Santo y fuego. Reavivar en el adviento la espiritualidad bautismal puede sernos de mucho fruto. Por el bautismo hemos sido constituidos templo del Espíritu Santo y hemos sido encendidos por el fuego del Espíritu para la misión. Para ser templos y fuego del Espíritu se requiere la conversión continua a los valores del Reino, y ser, ya desde ahora y en el día del juicio, grano de trigo y no paja que se arroja al fuego.

¿Cuáles son los valores del Reino, aportados por el Mesías, a los que los hombres son exhortados a convertirse?

a) La auténtica justicia, no basada en apariencias ni en cosas conocidas de oídas, sino en rectitud (Primera lectura)

b) La verdadera paz, obra del Mesías, que transforma la naturaleza y actúa sobre el corazón de los hombres (Primera lectura), hermanando a judíos y paganos en la alabanza a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo (Segunda lectura).

c) La esperanza en la persverancia y el consuelo que proporcionan las Escrituras, donde encuentra el hombre todo lo que Dios ha querido revelar para su salvación (Segunda lectura).

d) Una existencia vivida dando frutos, porque el árbol que no dé fruto será cortado y echado al fuego. El Bautista es modelo de este estilo de vida: hombre desprendido y austero en su vida personal, predicador infatigable de la verdad de Dios y de la conversión, precursor del Mesías, a quien allana el camino (Evangelio). 

SUGERENCIAS PASTORALES

Prepararse a la Navidad, dejándose guiar por el Espíritu Santo. La liturgia dominical es un momento oportuno para inculcar en la conciencia cristiana la acción invisible pero real del Espíritu, su presencia en el alma por la gracia, su eficacia en el desarrollo y progreso de la vida espiritual. Momento igualmente oportuno para invitar a los cristianos a estar atentos a la voz del Espíritu que nos habla mediante los acontecimientos de la vida, las situaciones personales, las personas conocidas o amigas, las páginas de un libro, los medios de comunicación social o la misma naturaleza. Momento oportuno, igualmente, para aceptar y obedecer al Espíritu con docilidad y prontitud. Es el Espíritu de Dios quien mejor nos puede preparar para vivir mejor el misterio de la encarnación y del nacimiento de Jesucristo.

Los valores del Reino quizá nos sorprendan a primera vista; nos resulten demasiado elevados y bellos para ser creídos y realizados en una sociedad y en un ambiente en donde hay y vigen otros valores muy opuestos y, si no opuestos, al menos muy diferentes. Sin embargo, hay muchos hombres y mujeres que ya viven esos valores, que rigen por ellos su existencia, su actuación y su comportamiento. ¡Pensemeos en tantos laicos, religiosos y sacerdotes que viven santamente! Es muy probable que muchos de entre nuestros mismos fieles ya los posean o se esfuercen por convertirse diariamente a ellos...Hay que sostener esos esfuerzos, promover esos valores, trabajar con tesón para que todos los hombres se dejen ganar por ellos. En la medida en que se lleve a cabo una conversión sincera a los valores del Reino, nuestro ambiente, nuestra parroquia...cambiará y mejorará.