Solemnidad de la Santísima Trinidad

Juan 3:16-18

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

La muchacha lleva un bebé en sus brazos. Ella es joven, no más de catorce años o quince al máximo. ¿Es la madre del niñito? Desgraciadamente en esta época la respuesta a menudo es “sí.” Particularmente las muchachas latinas dan a luz un número alarmante de bebés. En los Estados Unidos es tres veces más probable que latinas entre 13 y 19 años dan a luz un bebé que muchachas anglas y tres por diez veces que muchachas negras. En México uno de cada cinco muchachas bajo dieciocho años ha dado a luz al menos un bebé.

Usualmente la muchacha que da a luz no está casada. Este hecho resulta en grandes problemas para la madre, el hijo, y la sociedad. La muchacha tiene dificultad a cumplir su educación, a conseguir buen trabajo, y aún a encontrar esposo. Los niños nacidos fuera del matrimonio tienen un alto riesgo de resultados negativos. Es más probable que vivan en la pobreza y tengan problemas emocionales y de comportamiento. La sociedad sufre los efectos de la delincuencia de tales hijos, los gastos de apoyar a las familias viviendo en la pobreza, y la pérdida de personas productivas.

Un experto opina que muchachas quedan embarazadas fuera del matrimonio por el amor. Por que no reciben el apropiado amor de sus padres, buscan el afecto de sus novios. También, aunque no esperan a hacerse embarazadas, las muchachas psicológicamente saben que un bebé les dará toda la razón de vivir en el mundo. Por supuesto, no se dan cuenta que el afecto del novio es, en toda probabilidad, pasajero y el cariño de un bebé conlleva cargas pesadas.

¿Cómo podemos evitar el tener niños fuera del matrimonio? Los anticonceptivos y el aborto sólo producen más daño que beneficio. Para muchachas, así como para todos, sería mejor aprovecharse del amor que Dios ofrece. Dios se ha revelado como una familia de relaciones amorosas en la Santísima Trinidad. El amor de Dios Padre ha resultado en Su hijo antes del tiempo. Y los dos quedan unidos por el infinito amor del Espíritu Santo. Una mujer y un hombre deberían procurar a imitar este amor divino cuando piensan en unirse.

Personalmente también las tres personas de la Santísima Trinidad nos apoyan. Dios Padre nos provee todo el amor necesario de modo que no sea necesario buscar el afecto ilícito. Dios Hijo, Jesucristo, nos ha enseñado cómo disciplinarnos por el bien de todos. Finalmente, el Espíritu Santo, enviado por Dios Padre a través de Jesús Cristo, nos da la alegría que hace digna la vida.

“Si alguien quisiera comprar el amor…sólo conseguiría desprecio,” dice El Cantar de los Cantares. Sin embargo, Dios, que se ha revelado a Sí mismo como una familia de relaciones amorosas, nos ofrece el amor gratis. Es el amor que sirve, no él que produce más daño que beneficio. Que aprovechémonos de este amor sobre todo. ¡Que aprovechémonos de este amor!