II Domingo de Cuaresma, Ciclo B

Marcos 9:2-10

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

(Génesis 22:1-2.9-13.15-18; Romanos 8:31-34; Marcos 9:2-10)

En el drama “El rey Enrique IV” el príncipe anda con tunantes. Cuando muere el rey, estos compañeros sórdidos revelan. Piensan que tendrán toda la carne, el vino, y placer que quisieran con su amigo como rey. Por supuesto, el pueblo espera a un líder prudente y justo. ¿Cómo saldrá el nuevo rey? El rey Enrique V es aprobado en la prueba. Manda a sus compañeros maliciosos que se queden al menos diez millas de la corte. En la primera lectura Abrahán similarmente es aprobado en la prueba para ser cabeza de ambas familia y nación.

Abrahán era Abram, que quiere decir “padre.” Dios le cambió el nombre a Abrahán, “padre de multitudes,” porque le ha prometido a descendientes más numerosos que las estrellas. También el Señor ha conducido a Abrahán por varias experiencias para que sea un patriarca digno dejando a sus descendientes un modelo de la justicia. Ya Abrahán ha aprendido cómo tratar a su esposa con respeto. También se ha demostrado compasivo hacia los desafortunados y capaz en la batalla. La última prueba será su postura hacia Dios. ¿Es dispuesto a sacrificar a todo lo que le valga si Dios se lo exige?

Ciertamente Abrahán tiene buena disposición. Cuando Dios lo llama, él responde tan pronto como un soldado al capitán, “Aquí estoy.” (La Carta a los Hebreos retrata a Jesús respondiendo a Dios Padre con las mismas palabras, “Aquí estoy.”) Entonces recibe el orden a ofrecer a su hijo largamente esperado como sacrificio a Dios. No demora para cumplir la tarea. Pero siempre queda atento a Dios. Cuando está para degollar a Isaac y el ángel interviene llamándolo otra vez por nombre, él responde con lo mismo, “Aquí estoy.” Abrahán no sólo escucha a Dios sino atiende cada palabra de su boca.

Dios no quiere jamás que los padres maten a sus hijos. Al contrario, quiere que los amen con ternura y los muestren buen ejemplo. Abrahán muestre el ejemplo más excelente cuando pone Dios encima de todo aún su hijo cariñoso Isaac. Pero a veces los padres de familia están llamados a sacrificar a sus hijos en un sentido como Abrahán a Isaac. Cuando es necesario defender a la nación en guerra justa, los padres no deberían esconder a sus suyos del servicio militar. El día hoy la comunidad católica enfrenta otro tipo de crisis que exige sacrificio de los padres de familia. La cualidad de nuestra fe está deteriorándose en parte por falta de sacerdotes y religiosas. Puede ser que el Señor esté probando a padres de familia que animen a sus muchachos a considerar una vocación religiosa.

Como Dios prueba a Abraham, está probando a todos nosotros. Quiere que tomemos nuestro orgullo – sea una gran cuenta de banco, sea un tamaño de vestido de 12, sea el empleo en que estamos encargados de cien personas -- al monte para degollarlo. En otras palabras, el Señor quiere que pongamos a Él ante toda otra cosa de la vida. Al final, utilizaremos nuestra riqueza, belleza, y poder no por nuestro orgullo sino por el servicio del Señor. Entonces estaremos guiando a otras personas -- incluso a nuestros descendientes – a la justicia.