XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 55.60-69

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

(Josué 24:1-2.15-17.18; Efesios 5:21-32; Juan 6, 55.60-69)

No es inaudito que un atleta profesional abandone su equipo. Porque quieren más pago o tal vez más tiempo en la cancha, un beisbolista o un futbolista dejará su equipo para jugar con un otro. En el evangelio hoy muchos discípulos dejan a Jesús por otro motivo. Ellos no pueden aceptar su enseñanza sobre la Eucaristía.

A la primera escucha, el mensaje de Jesús suena bombástico. ¿Cómo es su “carne… verdadera comida” y su “sangre…verdadera bebida”? Pero Jesús no está hablando de una dieta balanceada sino de comida espiritual que jamás agota dar vida. Es la interiorización de sí mismo – sus palabras de sabiduría, su obediencia a Dios Padre, su Espíritu de amor – que produce la vida eterna. Es algo semejante a la charla contemporánea de recursos renovables de energía. Existe una cantidad fija de petróleo y carbón para consumirse como leña. Pero la energía del sol en forma de rayos de luz o de viento es incomparablemente más grande.

Pero no es su enseñanza sobre la Eucaristía que causa un éxodo de la Iglesia en masa hoy día sino otra doctrina referida en las lecturas hoy. La lectura de la Carta a los Efesios menciona cómo el marido y su esposa se hacen “una sola cosa”. Según Jesús esta compenetración de hombre y mujer en el matrimonio significa que no se permite el divorcio. Porque la Iglesia Católica no permite a los divorcios que casen con otros recibir la Santa Comunión, a menudo estas parejas la dejan.

La Iglesia valora el matrimonio como un patriota valora la bandera de su nación. Eso es, el matrimonio cristiano simboliza el amor de Cristo para su pueblo. La lectura de los Efesios describe el extenso de este amor cuando dice el hombre y la mujer tienen que someterse a uno y otro. ¿Quién no siente la presencia de Dios cuando oye al hombre decir con toda sinceridad que su esposa es la persona más generosa que jamás ha conocido, y ella responde con igual afecto que no hay nadie tan compasivo que su marido? Algunos predicadores evitan este pasaje de Efesios porque parece decir que el marido esté sobre su esposa. Pero el Catecismo de la Iglesia Católica no menciona nada sobre el sometimiento de la mujer. Más bien, hace hincapié en la necesidad que el hombre ame a su esposa “como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella…” Pudiéramos añadir si la esposa debe someterse, es sólo para dejar al hombre sacrificarse por ella.

Vivimos en tiempos difíciles. Los matrimonios no sólo deshacen con frecuencia sino también los jóvenes no quieren entrar en el matrimonio por temor de ser abandonados. Tenemos que mirar hacia Cristo para salir de este bosque oscuro. Como Cristo nos da a sí mismo como comida en la Eucaristía, las parejas tienen que entregarse en el matrimonio. Pues, sólo por el entregarnos, podemos ganar la vida eterna que Jesús nos promete. Sólo por entregarnos ganamos la vida eterna.