(Daniel 7:13-14; Apocalipsis 1:5-8; Juan 18:33-37)
Dios a juicio es un libro por el autor inglés C.S. Lewis. Tiene
que ver con un reverso en tiempos modernos. En lugar de prepararse
para el juicio por Dios como antes, el humano actual prefiere juzgar
a Dios. En el evangelio Pilato aparentemente está juzgando a Dios
aunque no tiene ninguna pista de esta realidad.
“’¿Eres tú el rey do los judíos?’” Pilato pregunta a Jesús. Él
quiere saber si Jesús comprende una amenaza al dominio romano. Si
Jesús es rey con ejército, Pilato tendría que decidir si o no va a
desafiar el imperio. Pero si Jesús es sólo un rey metafórico como
Elvis o Pele, Pilato puede disfrutarse del encuentro con una persona
interesante. Nosotros también tenemos una pregunta para Jesús: ¿Por
qué tardas tanto para venir en la gloria?
Jesús igualmente quiere probar a nosotros. Hoy lo celebramos como
rey. Pero ¿le permitimos a dirigir nuestras vidas? O ¿es declararle
rey solamente un pretexto para festejarnos al fin del año? Cuando
Jesús le pregunta a Pilato si posiblemente él llama a Jesús como rey
por su propia cuenta, Pilato descarta la idea como si fuera un
pañuelo usado. Dice que no es judío. Desgraciadamente, tampoco es de
la verdad. Pues, si lo fuera, él reconocería a Jesús como rey.
Jesús aclara la situación para ayudar a Pilato entender. Él es rey
pero no en el sentido que el mundo pueda ver. Eso es, no lleva
corona de oro, ni marcha con un ejército, ni reina sobre tierras.
Más bien, él reina interiormente donde su Espíritu ilumina las
mentes y su gracia mueve los corazones. Aceptando a Jesús como rey,
sabemos que él va a capacitarnos para que superemos los retos de la
vida. Nos da la perspicacia para aceptar la vejez no como la erosión
de fuerzas sino como la sede de la sabiduría. Nos regala la voluntad
para seguir extendiendo la mano a los deprimidos y enojados aunque
no nos responden. En verdad, Jesús no tiene que venir en persona.
Pues, está actuando dentro de nosotros todo el tiempo.
Como sus súbditos, Jesús nos pide que cuidemos a uno y otro,
particularmente a los pobres. En los Estados Unidos los obispos han
establecido la Campaña Católica para el Desarrollo Humano para este
fin. Es un proyecto distinto. No provee comida o ropa directamente a
los indigentes como lo hacen miles de organizaciones de caridad. Más
bien, da a los grupos de pobres los medios para capacitarse. Padres
sin la educación formal están entrenados a negociar mejores escuelas
para sus hijos. Trabajadores agrícolas están adiestrados a pedir
condiciones de trabajo decentes. Como a veces damos dinero a un
alcohólico lo cual lo usa para cerveza, la Campaña ha patrocinado
unos grupos no completamente confiables. Pero el abuso es pequeño en
comparación con lo bueno que se hace. De todos modos, sea por la
Campaña Católica para el Desarrollo Humano o por otro modo, estamos
obligados a cuidar a los pobres. Si aceptamos a Jesús como rey,
estamos obligados a cuidar.