(Sofonías 3,14-18; Filipenses 4:4-7; Lucas 3:10-18)
Todos nosotros recordamos a John Kennedy. Tengamos ochenta años
o tengamos veinte, alguna cosa del treinta quinto presidente queda
en nuestro cerebro. El autor de un libro sobre su famoso discurso
inaugural dice que Kennedy fue el primer presidente visual y el
último presidente retórico. Eso es Kennedy fue tan fotográfico como
Ronald Reagan y tan articulado como Franklin Roosevelt. En una
manera es cómo la figura de san Juan Bautista en el evangelio según
san Lucas.
En el evangelio según san Lucas, Juan es el vínculo entre el Antiguo
Testamento y el tiempo del reino de Dios. Como Isaías o Amós, Juan
anda predicando la necesidad de arrepentirse para que no se enfrente
con la ira de Dios. En el pasaje evangélico hoy Juan habla de un
mesías con bieldo en mano. En su modo de pensar, el enviado de Dios
lo usará para poner a fuego a los no reformados como se queman los
productos de desecho. Su exigencia siempre es evitar el castigo
aunque te cuesta una túnica si tienes dos o la oportunidad de
aprovecharse de su puesto si eres publicano o soldado.
A la misma vez Juan conoce a Jesús. Lucas lo retrata saltando en el
seno de su madre Isabel cuando María llevando a Jesús en lo suyo
viene a saludarla. Más adelante en el evangelio los discípulos de
Juan lo informan de las curaciones de Jesús y cómo ha resucitado a
los muertos. Pero Jesús no lleva bieldo ni unos fósforos para
castigar a los malvados. Más bien, les invita al comedor donde habla
de un Dios todo misericordioso sobre pan y vino. Ya Juan queda con
duda. Por eso, envía a sus emisarios a Jesús con la pregunta:
‘“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?’”
Como Juan es vínculo entre los dos testamentos, el mundo actual
aparece entre el principio del reino con Jesús y su plenitud al
final de los tiempos. Quedan el pecado en todas partes: bebés
abortados, niños mal educados, trabajadores explotados, armas
super-suministradas. A la vez hay señales del Espíritu de Cristo. Se
ven parroquias enviando misiones médicas a los países en desarrollo,
una campaña para proveer computadoras a muchachos pobres, y un
millón de otros esfuerzos caritativos. O posiblemente no estamos en
ningún entremedio. Posiblemente todo que pasa es solamente la lucha
eterna entre aquellos con genes simpáticos y el resto del mundo.
Como Juan en el evangelio, tenemos que preguntarnos, ¿es Jesús el
Mesías que corregirá los males del mundo o no hay ningún remedio?
Si respondemos la pregunta con sí, Jesús es el Mesías, seguiremos su
ejemplo. Como él dio la vista a los ciegos, educaremos a los
ignorantes abriendo sus ojos a la verdad. Como él liberó a los
endemoniados, visitaremos a los encarcelados trayéndoles la paz de
la mente. Como él predicó a los pobres, nos detendremos para
levantar la esperanza de los afligidos. No cabe duda, seguir a Jesús
es un reto tremendo. Sin embargo, por aceptarlo vamos a adelantar el
crecimiento del reino de Dios.
No cabe duda en la mente de la hermana Ghiorghis Berhane que Jesús
es el Mesías. Ella es misionera del África acompañando a los pobres
de Guatemala. Educa a los niños mal educados hablándoles del Dios
misericordioso. Con gente tan simpática como la hermana Ghioghis la
lucha eterna parece vencible. Can gente como ella, se ve el
crecimiento del reino de Dios.