II Domingo de Pascua o de La Divina Misericordia. Ciclo C.
San Juan 20: 19-31

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

(Hechos 5:12-16; Apocalipsis 1:9-11.12-13.17-19; Juan 20:19-31)

Al principio del Evangelio según San Juan el autor dice del hijo de Dios, “Y aquel que es la palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros….De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia”. En el pasaje evangélico de la misa hoy, tomado del término del mismo Evangelio según San Juan, vemos a Jesús repartiendo “gracia sobre gracia”.

La gracia es el favor de Dios, Su auxilio gratuito para responder a la llamada de ser Sus hijas e hijos. El regreso de Jesús a los discípulos muestra este favor. Jesús fortalece sus espíritus encogidos por el miedo. Entonces Jesús les imparte al Espíritu Santo, la mayor gracia posible porque conlleva la naturaleza divina. El poder de perdonar pecados también representa una gracia significativa en cuanto capacita a los discípulos a proveer un servicio indispensable por el bien de todos. La segunda vez Jesús encuentra a sus discípulos, el discípulo Tomás está presente. A él Jesús extiende el favor de creer en la resurrección por ofrecerle sus manos y su costado. Finalmente, la gracia mueve a Tomás a responder con la más alta proclamación de fe en el Nuevo Testamento, “¡Señor mío y Dios mío!”

En la larga historia de la Iglesia se han clasificado los diferentes tipos de la gracia. La presencia del Espíritu Santo a nosotros se llama “la gracia santificante” porque nos hace santos. Se describe como “la gracia actual” la acción de Dios ayudándonos a convertir y mantenernos en la fe. Vemos esta gracia en la venida del resucitado a los discípulos y particularmente su presencia a Tomás. Se expresa el don propio a cada sacramento como “la gracia sacramental” – en el pasaje hoy, el perdón de pecados. Y se denomina la capacidad para cumplir un cargo en la Iglesia como “la gracia de estado” o el “carisma”. Ésta es la profecía que Tomás exhibe cuando proclama a Jesús “Dios”.

¿Es sólo un ejercicio académico nombrar los diferentes géneros de la gracia? No lo creo porque nos ayuda también darnos cuenta del amor Dios para con nosotros. Hablamos mucho de este amor dentro de la iglesia, pero una vez pasemos al exterior enfrentamos un ambiente tóxico. Los medios de la comunicación han contaminado el aire con el cinismo y la crítica. Extremistas de diversas ideologías proponen sus opiniones por la televisión y la radio sin mucho interés en llegar a la verdad. En la cuestión de la inmigración, por ejemplo, ni aquellos en favor de “fronteras abiertas” ni aquellos que deportarían a todos los no documentados parecen concientes de las ramificaciones de sus ideas. Reconocer el amor de Dios entregado a nosotros por la gracia nos refresca en esta refriega de posturas radicales.

El diario del cura rural escrito por el francés Georges Bernarnos en el siglo pasado trata del ministerio reducido de un joven sacerdote. Después de unos años trabajando en la viña de Señor, el cura no realiza la cosecha que esperaba. Sin embargo, al final del libro él puede aceptarse como un hijo de Dios, amado abundantemente. Muriendo de cáncer, el cura resume su experiencia con la frase, “La gracia está en todas partes”. En el evangelio hoy, “La gracia está en todas partes”. En nuestras propias vidas, “La gracia está en todas partes”.