VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lucas 6, 17. 20-26: "Dichosos ustedes, cuando los hombres los odien"
Autor: + Mons. Carmelo Juan Giaquinta
Arzobispo emérito de Resistencia, Argentina


Apuntes de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el sexto domingo durante del año (11 de febrero de 2007)

 

I. EL PAN DEL EVANGELIO, SERVIDO EN LA BANDEJA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

 

1. Un propósito de la homilía dominical es ayudar a los fieles a que ellos comprendan por sí mismos el mensaje que la Iglesia les ofrece para la semana a través de la lectura de los textos bíblicos. La semana es larga, y no hay que desfallecer de hambre espiritual. Por ello, como les recuerdo con frecuencia, la primera lectura, tomada del Antiguo Testamento, está en relación con la lectura del Evangelio. Es como si la Iglesia ofreciese el pan del Evangelio sobre una bandeja de plata, que es la lectura del Antiguo Testamento. Ésta prepara la lectura del Evangelio. Y éste muestra que Jesús es la plenitud, el cumplimiento de “todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos” (Lc 24, 44). De la comparación entre los dos textos surge fácilmente el mensaje que la Iglesia nos quiere dar. Para ello, basta que el que predica y el que escucha hagan el pequeño esfuerzo de descubrir esa relación.

 

 

II. BIENAVENTURANZA Y DESDICHA, SEGÚN LA ÓPTICA DE DIOS

 

2. La primera lectura de hoy, tomada del profeta Jeremías (17, 5-8), contrapone dos tipos de hombres: el que pone toda su confianza en lo humano, y el que pone toda su confianza en Dios: “¡Maldito el hombre que confía en el hombre!... Es como un matorral en la estepa… ¡Bendito el hombre que confía en el Señor!… Es como un árbol plantado al borde de las aguas” (Jer 17, 5.7). Si estuvieron alguna vez en Río Negro, han visto cuán maravillosos son los árboles plantados junto a los canales de riego. Y, en cambio, un poco más allá, en la barda, donde no llega el agua, sólo pastizales duros, peor que la paja brava.

 

3. El salmo 1, con el que hemos respondido a la lectura escuchada, refuerza esta contraposición: “Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados… Él es como un árbol plantado al borde de las aguas… No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento”. ¿Se dan cuenta por qué al salmo que se recita después de la primera lectura se lo llama responsorial? Porque con él respondemos a Dios que nos habla.

 

4. Con el ánimo así dispuesto, nos hemos puesto de pie para escuchar a Jesús, Palabra eterna de Dios, hecho hombre en el seno de la Virgen María. Éste, en el Evangelio, nos dice: “Bienaventurados ustedes, los pobres… ¡Ay de ustedes los ricos…!” (Lc 6, 20.24).

 

 

III. DICHOSO EL QUE SUFRE POR SER DISCÍPULO DE CRISTO

 

5. Ustedes ya se dieron cuenta que San Lucas redacta las bienaventuranzas en forma distinta de San Mateo (cf Mt 5, 1-12). Éste último enumera ocho bienaventuranzas y ninguna desdicha. San Lucas propone cuatro bienaventuranzas y cuatro desdichas. Bienaventuranzas: pobreza, hambre, llanto, ser víctima del odio. Desdichas: riqueza, hartura, risa, fama. Esto se explica por el diverso genio de cada evangelista y por el diverso auditorio para el cual escriben. Mateo se dirige más bien a los cristianos de origen judío. Lucas, en cambio, a los de origen griego. Pero a través de los dos Evangelios Jesucristo hoy nos amonesta a todos.

 

6. Se equivocaría quien interpretase que Jesús proclama que la pobreza es, en sí misma, dichosa. O el hambre, o el llanto, o ser víctima del odio. Así nos lavaríamos las manos de esas miserias, y no intentaríamos remediarlas cuando vemos que las sufre nuestro prójimo. Lo cual sería una caricatura del mensaje de Jesús. Él alentó permanentemente a compartir los bienes con los pobres. Multiplicó los panes para dar de comer a la multitud hambrienta. Consoló a la madre viuda y resucitó a su hijo único. Devolvió bien por mal y curó al servidor del Sumo Sacerdote que lo tomó preso. La dicha, según Jesús, consiste en que la suerte dolorosa que sufre su discípulo, “a causa del Hijo del hombre”, no es definitiva y será cambiada: “¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo!” (Lc 6, 22-23). Lo mismo vale de quienes optan por no ser sus discípulos. Su aparente felicidad será “desdicha” eterna.

 

 

IV. UNA CONFERENCIA PARA ALENTAR A SER DISCÍPULOS DE CRISTO

 

7. El próximo mes de mayo, se reunirá en Aparecida, Brasil, la 5ª Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe. Y con el lema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida”. El Evangelio de hoy, que se continúa el domingo próximo (Lc 6, 27-38), puede muy bien ser la fuente inspiradora de esa reunión episcopal.

Sin duda que los Obispos delegados de los diversos Episcopados discutirán y firmarán un documento común. Pero lo más importante de esa reunión será el espíritu de comunión en que vivan, y el ansia de animar, con el aliento del Espíritu Santo, que los cristianos católicos, fieles y pastores, seamos cada vez más discípulos de Jesucristo. Todo el resto, incluso el mismo documento, es totalmente secundario.

 

Fuente: AICA.org con permiso del Sr. Arzobispo