Solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista

Lc. 1, 57-66.80

Autor: Padre Diego Millan García

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EVANGELIO  

 

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.

La madre intervino diciendo:

—«¡No! Se va a llamar Juan.»

Le replicaron:

—«Ninguno de tus parientes se llama así.»

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió:

«Juan es su nombre».

Todos se quedaron extrañados.

Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:

—«¿Qué va a ser este niño?»

Porque la mano de Dios estaba con él.

El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.



CUENTO: ESTAR ATENTOS A DIOS


Una vez un hombre susurró:

“Dios, dime algo”.

Y un árbol cantó. Pero el hombre no escuchaba.


Luego, el hombre habló más alto pidiendo:

“¡Dios, háblame!”.

Y el viento silbó a su alrededor. Pero el hombre no oía.



El hombre miró a su alrededor y gritó:

“¡Dios, déjame que te vea!”.

Y una estrella se encendió con fuerza en el cielo. Pero el hombre no veía.


Entonces, el hombre gritó:

“¡Dios, muéstrame un milagro!”.

Y en ese momento un niño nació. Pero el hombre no lo supo.



Luego, el hombre, ya desesperado, pidió a voces:

“¡Tócame Dios, haz saber que estás aquí!”.

Dicho esto, Dios bajó y lo tocó. Pero el hombre, sin darse cuenta, espantó la mariposa que volaba a su alrededor y continuó su camino creyendo que Dios no existía.


ENSEÑANZA PARA LA VIDA:



Curiosa coincidencia la de este domingo. Porque aparte del nacimiento de Cristo y el de la Virgen María, normalmente de los santos la Iglesia celebra, no el día de su nacimiento para este mundo, sino el día de su muerte, o sea, su nacimiento para el cielo. Pero hay una excepción: la de san Juan Bautista, que tiene el rango litúrgico de solemnidad, es decir, que incluso sustituye al domingo si coincidiera en ese día, como ocurre este año.

Muy importante tiene que ser Juan Bautista para que ocupe este tercer lugar en el rango litúrgico, junto a Cristo y María. Y es que lo fue. No olvidemos que tuvo como misión la de anunciar la llegada del Mesías, y por eso es llamado el Precursor.

De él dijo Jesús que no había nacido otro hombre de mujer más importante que él, pero que el más pequeño en el Reino de los Cielos era más grande que él. Él es el último de los grandes profetas del Antiguo Testamento. Tuvo la suerte y el honor de bautizar al mismo Jesucristo. Pero tuvo a la vez la inmensa humildad de reconocerse inferior a él, cuando en aquel tiempo sin duda era mucho más famoso y más seguido que Jesús.

Ese “no merezco ni desatarle la correa de sus sandalias” refleja la extraordinaria personalidad y santidad de este hombre que fue llamado por Dios para llevar a su pueblo a un bautismo de conversión que lo preparase para acoger la llegada del Mesías. Un hombre sin pelos en la lengua, coherente con su estilo de vida y su predicación, cuyo nacimiento fue sin duda “milagroso”, inesperado, obra de Dios, de una madre, Isabel, ya anciana y de un padre sacerdote del templo, también anciano, Zacarías. ¡Qué extraordinaria y santa familia!. ¡Qué ejemplo de fe y de acogida de la voluntad de Dios!. De tal palo, tal astilla, decimos en el refranero español. De tales padres, tal hijo.

Y una llamada para nosotros en estos tiempos nuestros tan complicados, donde ser profeta no está de moda, donde ir contracorriente es mal visto o políticamente incorrecto. Donde la mentira campa a sus anchas y los valores éticos cotizan a la base. Donde los cristianos estamos refugiados en una fe sin compromiso, cómodamente asimilada, pero escasamente vivida.

Más que nunca el ejemplo de Juan el Bautista, que nos llama a salir de nuestras guaridas y proclamar con nuestra vida en las plazas públicas de nuestra familia, de nuestros trabajos, de nuestras universidades, de nuestros colegios, de nuestras parroquias, de nuestras comunidades, de nuestros compromisos políticos, sindicales o culturales, la Buena Nueva del Evangelio, la fantástica noticia de un Dios que nos ama y nos llama a construir un mundo de hermanos, sin guerras, en paz, en justicia y libertad, denunciando las nuevas tiranías del consumo, de la moda, de los “herodes” de turno que no quieren oír la voz de sus conciencias manchadas por la corrupción y la tragedia de tantos seres humanos que siguen muriendo de hambre y de desigualdad.

Ya lo creo que Juan Bautista está de moda y es más actual y necesario que nunca su testimonio, que nos sacude la modorra de un bautismo aletargado y recluido, sin garra y sin convicción. No tengamos miedo, nuestros tiempos no son peores que los del Bautista. Y Dios sigue cumpliendo su promesa de estar junto a nosotros hasta el final de los tiempos. El mundo de hoy necesita muchos de estos Juanes que transmitan la alegría y la fuerza de la fe vivida en el amor. Nuestra sociedad necesita que hoy también se le hable de Dios, que se le ayude a encontrar a Dios, no con hermosas palabras, sino con hechos de vida. De ese Dios que está presente en tantas situaciones, en tantas luchas, en tantos seres humanos que hacen de su vida una entrega generosa a los demás, como nos dice el cuento de hoy.

¡QUE EL TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA NOS AMIME A VIVIR NUESTRA FE CON ALEGRÍA, CON COHERENCIA, CON ESPÌRITU MISIONERO!. ¡FELIZ SEMANA A TODOS!.