XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Diego Millan García
EVANGELIO
Mt. 10, 26-33
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:
«No temáis a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay
nada secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche, repetidlo en
pleno día, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde las azoteas.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed
más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno
solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a vosotros,
los cabellos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo,
porque vosotros valéis mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi
Padre del cielo; pero al que me niegue delante los hombres, yo también lo negaré
ante mi Padre del cielo».
CUENTO: UN CUENTO SOBRE LA CONFIANZA
Jenny era una hermosa niña de cinco años, de ojos relucientes. Un día, mientras
ella con su mamá visitaban unas tiendas, Jenny vio un collar de perlas de
plástico que costaba 8 euros. ¡Cuánto deseaba poseerlo!. Preguntó a su mamá si
se lo compraría.
Su mamá le dijo:
“Hagamos un trato. Yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos
una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides
que para tu cumpleaños, es muy posible que tu abuelita te regale 10 euros ¿Estás
de acuerdo?”.
Jenny estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas. Gracias a su
esforzado tesón y a los 10 euros que le regaló su abuelita, Jenny canceló su
deuda.
Jenny amaba sus perlas y las llevaba puestas a todas partes, menos cuando se
bañaba, pues su mamá le había dicho que se volvía de color verde con el agua.
Jenny tenía un papá que la quería mucho, Cuando Jenny iba a su cama, él se
levantaba del sillón para leerle su cuento preferido.
Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo:
“Jenny, ¿tú me quieres?”
“Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”
“Entonces, regálame tus perlas”.
“Oh, papá, mis perlas no”, dijo Jenny.
Una semana después, el papá volvió a preguntarle:
Jenny, ¿tú me quieres?”.
“Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”.
“Regálame tus perlas”.
“Oh, papá mis perlas no, pero te doy a Lazos mi caballo de juguete. Es mi
favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él”.
“No, hijita, que Dios te bendiga y felices sueños”, le dijo el papá dándole un
beso en la mejilla.
Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró en su habitación, Jenny
estaba sentada en su cama y le temblaban los labios:
“Toma, papá”, y estiró su mano.
La abrió y en su interior estaba su querido collar de perlas de plástico, el
cual entregó a su padre.
Con una mano, él tomó las perlas de plástico, y con la otra sacó de su bolsillo
una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había un collar de perlas
verdaderas. El papá las había tenido todo este tiempo esperando a que Jenny
renunciara a la baratija de sus perlas para poder darle el collar de verdadero
valor.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
¡No tengáis miedo!. Es ésta una frase que se repite a menudo en la Biblia y en
el Evangelio. La fe está reñida con el miedo. Si algo define a la fe es la
confianza, es la certeza de que nada malo nos puede pasar, porque Dios está con
nosotros. Jesús infunde en el evangelio de hoy esa confianza a sus apóstoles y
en ellos a todos nosotros.
En este tiempo de crisis y de abandono masivo de la religión, al menos en sus
formas más institucionales y rituales, podemos los cristianos caer fácilmente en
el desánimo y preguntarnos sobre la aparente ausencia de Dios en nuestro mundo
contemporáneo.
En una época en que parece que el testimonio de la fe pareciera que se va a ir
reduciendo a la esfera de lo privado, siguiendo el individualismo liberal
reinante a nivel globalizado, Jesús en el Evangelio insiste en no callar, en
proclamar desde todas las azoteas del mundo el mensaje liberador de la fe
cristiana. Más que nunca, vivir el modelo de ser humano de Jesús camina a
contracorriente de los valores imperantes en nuestro mundo, pero también más que
nunca el Evangelio aparece como fuerza revolucionaria y de resistencia frente a
la imposición de un pensamiento y unas formas de vida globalizadas que estás
anulando nuestra capacidad de crítica.
No callemos, pues. El mundo necesita el toque humanizador del mensaje de Jesús.
El mundo necesita que se le recuerde que no habrá verdadera paz ni justicia
mientras todos los seres humanos no puedan vivir con igualdad de oportunidades,
mientras hay un ser humano que muera de hambre. Hay que desenmascarar la
hipocresía de una sociedad occidental y consumista que vive a costa de la
miseria de una inmensa mayoría de la humanidad.
No hay, pues, que perder la esperanza, ni la confianza en Dios. Ha habido
siempre tiempos difíciles para la fe. Es un tiempo el que vivimos también de
gracia y de oportunidad. No todo es malo. Hay muchos signos, quizá más laicos y
mundanos, donde se manifiesta escondida la presencia del Dios de Jesús.
Quizá tengamos que pasar por un tiempo de purificación para centrar nuestra fe
en lo esencial, y no en construcciones de piedra o madera, ni en instituciones
que a veces velan y ocultan el rostro del verdadero Cristo, ni en ritos que han
perdido al final su capacidad de conexión con la vida de la gente.
Quizá Dios nos esté pidiendo darle ese collar de perlas de plástico de las que
nos habla el cuento, para ver nuestra capacidad de desprendimiento de lo
accesorio y falso, para darnos una cristianismo, una fe, una iglesia más
auténticos, más verdaderos, más evangélicos.
Confiemos en Dios, Él sabe lo que hace en estos duros tiempos. A nosotros nos
toca empeñarnos cada día en sembrar amor, esperanza, alegría, amabilidad,
ternura, justicia y solidaridad en cada momento de nuestra vida cotidiana.
Dejemos a Dios que haga su obra en nosotros y en el mundo y no tengamos miedo de
dar testimonio de El con nuestras obras realizadas con auténtico amor cristiano.
¡FELIZ Y TESTIMONIAL SEMANA PARA TODOS!