XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mt. 10, 26-33

Autor: Padre Diego Millan García

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Evangelio: 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:

«No temáis a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche, repetidlo en pleno día, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde las azoteas.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a vosotros,  los cabellos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo, porque vosotros valéis mucho más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre del cielo; pero al que me niegue delante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo». 

              CUENTO:  ¡CORTA LA CUERDA, CONFÍA!

 

Un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo tanto subió sin compañeros. Su afán por subir lo llevó a continuar cuando ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire. El alpinista solo podía sentir la terrible sensación de la caída en medio de la total oscuridad. En esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. De repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: ¡¡¡AYÚDAME DIOS MIO¡¡¡ De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:- ¿QUE QUIERES QUE HAGA? - Sálvame Dios mío, contestó - ¿CREES REALMENTE QUE YO TE PUEDA SALVAR? - Por supuesto, Señor.
- ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE...Entonces, el hombre reflexionó….y se aferró más aún a la cuerda.

Se dice que, días después, el equipo de rescate encontró muerto a un alpinista congelado, agarrado con fuerza a una cuerda..... A TAN SÓLO DOS METROS DEL SUELO...

 

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:

 

¡No tengáis miedo!. Es ésta una frase que se repite a menudo en la Biblia y en el Evangelio. La fe está reñida con el miedo. Si algo define a la fe es la confianza, es la certeza de que nada malo nos puede pasar, porque Dios está con nosotros. Jesús infunde en el evangelio de hoy esa confianza a sus apóstoles y en ellos a todos nosotros. En este tiempo de crisis y de abandono masivo de la religión, ala menos en sus formas más institucionales y rituales, podemos los cristianos caer fácilmente en el desánimo y preguntarnos sobre la aparente ausencia de Dios en nuestro mundo contemporáneo. En una época en que parece que el testimonio de la fe pareciera que se va a ir reduciendo a la esfera de lo privado, siguiendo el individualismo liberal reinante a nivel globalizado, Jesús en el Evangelio insiste en no callar, en proclamar desde todas las azoteas del mundo el mensaje liberador de la fe cristiana. Más que nunca, vivir el modelo de ser humano de Jesús camina a contracorriente de los valores imperantes en nuestro mundo, pero también más que nunca el Evangelio aparece como fuerza revolucionaria y de resistencia frente a la imposición de un pensamiento y unas formas de vida globalizadas que estás anulando nuestra capacidad de crítica. No callemos, pues. El mundo necesita el toque humanizador del mensaje de Jesús. El mundo necesita que se le recuerde que no habrá verdadera paz ni justicia mientras todos los seres humanos no puedan vivir con igualdad de oportunidades, mientras hay un ser humano que muera de hambre. Hay que desenmascarar la hipocresía de una sociedad occidental y consumista que vive a costa de la miseria de una inmensa mayoría de la humanidad. No hay, pues, que perder la esperanza, ni la confianza en Dios. Ha habido siempre tiempos difíciles para la fe. Es un tiempo el que vivimos también de gracia y de oportunidad. No todo es malo. Hay muchos signos, quizá más laicos y mundanos, donde se manifiesta escondida la presencia del Dios de Jesús. Quizá tengamos que pasar por un tiempo de purificación para centrar nuestra fe en lo esencial, y no en construcciones de piedra o madera, ni en instituciones que a veces velan y ocultan el rostro del verdadero Cristo, ni en ritos que han perdido al final su capacidad de conexión con la vida de la gente. Quizá Dios nos esté pidiendo  confiar sólo en Él y no en las múltiples cuerdas a las que nos aferramos y nos atamos, como nos dice el cuento, para ver nuestra capacidad de desprendimiento de lo accesorio y falso, para darnos una cristianismo, una fe, una iglesia más auténticos, más verdaderos, más evangélicos. Confiemos en Dios, Él sabe lo que hace en estos duros tiempos. A nosotros nos toca empeñarnos cada día en sembrar amor, esperanza, alegría, amabilidad, ternura, justicia y solidaridad en cada momento de nuestra vida cotidiana. Dejemos a Dios que haga su obra en nosotros y en el mundo y no tengamos miedo de dar testimonio de El con nuestras obras realizadas con auténtico amor cristiano.  ¡FELIZ Y CONFIADA SEMANA PARA TODOS!