Fiesta. Bautismo del Señor

Mc. 1, 7 -11

Autor: Padre Diego Millan García

Sitio Web



Evangelio:   

En aquel tiempo, proclamaba Juan: - «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
- «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»
CUENTO: EL ÁGUILA QUE MURIÓ SIENDO UNA GALLINA
Un hombre encontró un huevo de águila y lo puso en el nido de una gallina, en un corral. El aguilucho fue incubado junto con la nidada de polluelos, y creció con ellos. Y ella águila hacía lo que hacían los pollos del corral, creyendo que era uno de ellos. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos. Piaba y cacareaba. Y movía las alas y volaba unos pocos metros. Pasaron los años y el águila envejeció. Un día vio un ave magnífica volando por encima de ella, en el cielo sin nubes. Se deslizaba con graciosa majestad entre las poderosas corrientes de aire, moviendo sus fuertes alas doradas. La vieja águila miraba hacia arriba con asombro.
- ¿Quién es ella? —peguntó.
- Ella es el águila, la reina de las aves —le dijo su vecina—. Nadie vuela como ella, nadie puede cazar como ella. Ella pertenece al cielo. Nosotras, en cambio, pertenecemos a la tierra; somos gallinas. ¡Tú eres una gallina!
Así, aquella pobre águila vivió y murió creyendo que en verdad era una gallina.

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:


Se cierra en este domingo el ciclo de las fiestas de la navidad con una fiesta muy importante y significativa: el Bautismo de Jesús en el Jordán. Si la Navidad pareciera un cuento para niños o la simple declaración de buenas intenciones de paz y de amor que apenas se llevan a cabo unos pocos días al año, sin contar con que hoy para muchos, Navidad es sinónimo de consumo y de familia, la fiesta de hoy nos devuelve a la verdadera realidad de la Navidad cristiana, presentándonos a Jesús siendo bautizado por Juan en el Jordán. Este acontecimiento fundamental es el inicio de la vida pública y de la misión de Jesús en el mundo. La Navidad no termina en el olvido de una fiesta acaramelada, que se arrumba en el baúl de los recuerdos hasta una próxima oportunidad. Termina con una fuerte llamada al compromiso de la fe. El Niño de Belén es el mismo Jesús del Bautismo. El mensaje de la Navidad se hace realidad en la misión sanadora y liberadora de Jesús. En las aguas del Jordán se revela en plenitud la identidad de Jesús, el Hijo Amado, el predilecto de Dios, enviado por el Padre a poner en pie de guerra al mundo en la lucha contra la injusticia, la desigualdad, el egoísmo de unos pocos que hunde en la miseria a la mayoría de los seres humanos. Nada, pues, de un bautismo social o de apariencia, o de cumplimiento ritual para lavar el pecado original. El bautismo es el sacramento del compromiso de la fe. En él sale a la luz la esencia del ser humano, llamado a ser hijo de Dios también amado y predilecto en Jesús. Por el bautismo sabemos que en lo más profundo del ser humano habita un aliento de divinidad. En el bautismo se hace palpable la vocación más profunda del ser humano: ser llamado al encuentro y a la amistad con Dios. En el bautismo, el Espíritu Santo despliega todo su potencial de amor y de energía divina que habita en nuestros corazones y nos pone en pie de misión, la misión de hacer de este mundo un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de fraternidad y de paz. Desgraciadamente, no es así en la mayoría de los casos lo que ocurre con gran parte de los llamados “bautizados”, para los que el bautismo no ha significado un cambio radical de vida ni un compromiso fundamental de su fe. Es urgente devolver al bautismo esa fuerza liberadora que produjo en Jesús y de la que nos habla el cuento de hoy. Estamos llamados a ser divinos, a volar alto, a soñar horizontes de paz, a ser cada día mejores, a vivir la plenitud del amor, hemos nacido con alas de águila, no de gallina. ¡Qué diferente sería nuestro mundo si los supuestos “bautizados” fueran en verdad “convertidos”, testigos, misioneros, evangelizadores, promotores del bien, de la paz, de la justicia, de la verdad, de la solidaridad!. Desde luego que no habría hambre en el mundo, ni habría la escandalosa desigualdad que puebla nuestra tierra, ni se traficaría con armas. Pero, mientras llega eso, tú y yo, cada uno de los que nos llamamos cristianos podemos intentar vivir en serio las consecuencias de nuestro bautismo. La tragedia del Oriente Próximo es una buena prueba para saber cómo andamos y cómo anda el mundo de compromisos por la paz. Y no sólo en estas situaciones extremas de guerra y violencia, sino en la vida cotidiana de cada día del año. Porque cuando pasen las primeras emociones mediáticas, el mundo seguirá rodando y seguirán muriendo millones de personas de hambre en África y otros lugares del mundo, y seguirán las guerras olvidadas, mientras derrochamos y despilfarramos en occidente lo que otros necesitan para vivir. Solidaridad y paz todo el año, solidaridad y paz con todos, solidaridad y paz siempre. Este es el mensaje del Bautismo de Jesús y el mensaje de las consecuencias de nuestro propio bautismo. ¡QUE ESTA SEMANA Y CADA DÍA SE NOS NOTE QUE SOMOS BAUTIZADOS Y TESTIGOS ALEGRES DEL EVANGELIO DE CRISTO¡