Domingo de Pascua: La Resurreccion del Señor, Ciclo B

Jn 20,1-9: Felices Pascuas

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Saludo a todos con el corazón animado porque Jesucristo, nuestro único camino y salvador, ha resucitado. Deseo que esta fe aliente nuestra esperanza, para que sigamos trabajando por la vida nueva que Dios Padre quiere para sus hijos, pues los hechos de nuestra historia parecieran sumirnos en la tristeza y la desesperanza.

En efecto, prosiguen en el mundo las guerras y los asesinatos del narcotráfico, a pesar de nuestras palabras, ayunos y plegarias. La destrucción de inocentes, el terror de los niños, el desamparo de tantas mujeres, la soledad de los ancianos y el destrozo de los bienes de la tierra, son injusticias que claman al cielo. Sólo Dios sabe cuál será el efecto de nuestra oración, pues estamos seguros de que El no es sordo a nuestras súplicas, y que por tanto no han sido vanos nuestros servicios a la paz.

Las guerras internas en las familias y en nuestras comunidades, son también un motivo de preocupación. Las divisiones por motivos políticos, agrarios, culturales y religiosos, promovidas por partidos, organizaciones e ideologías, nos desgastan y enfrentan.

Los insultos, descalificaciones y ataques entre personas y grupos, dañan la convivencia social. Las agresiones, la violencia, los bloqueos, los secuestros, el narcotráfico y los asesinatos, generan un clima de incertidumbre que a todos nos perjudica.

¡FELICES PASCUAS! “Cristo ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6,9). Nuestra fe nos da la seguridad de que Jesucristo, muriendo, venció a la muerte. El vive para siempre y nunca más padecerá la muerte. La asumió por amor a nosotros, para identificarse con nuestra pequeñez; pero también para asociarnos a su triunfo.

En Cristo, pues, podemos vencer toda “cultura de muerte” y a la muerte misma. Por tanto, sigamos luchando contra todo lo que quita vida y genera muerte. Tenemos la certeza de que venceremos, pues trabajamos con el Dios de la vida.

¡FELICES PASCUAS! “Con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría” (Prefacio Pascual). En medio de tantas tristezas y angustias, preocupaciones y problemas, los cristianos ofrecemos al mundo un testimonio de alegría y esperanza, porque no estamos solos para enfrentar la muerte. No desconocemos la marginación de los indígenas, la injusticia contra los pobres, el abuso contra los débiles, la creciente descristianización, el ambiente frívolo y libertino del mundo moderno; pero tenemos la fuerza de Cristo resucitado, para combatir el pecado personal y social.

Nos colma de alegría y esperanza la certeza de la resurrección y la presencia de Cristo victorioso entre nosotros, sobre todo en los sacramentos, en su Palabra, en su Iglesia, en los pobres. No estamos solos contra el mundo. Compartamos alegría y esperanza, cuyo origen es Cristo.

¡FELICES PASCUAS! “Celebremos la Pascua con una vida de rectitud y santidad” (1 Cor 5,8). Jesucristo resucitado no vive en quien está esclavizado por el pecado: por la envidia, la embriaguez, la drogadicción, el orgullo, la pereza, la injusticia, la mentira, el adulterio y toda fornicación.

Habita y permanece en quien ama, en quien se sacrifica por los demás, en quien soporta con paciencia los problemas y las enfermedades, en quien comparte con los pobres, en quien valora y promueve la dignidad de los débiles y marginados. Jesucristo se hace vivo y presente en quien se esfuerza por vivir con rectitud y santidad, en quien hace oración, en quien escucha practica la Palabra de Dios, en quien participa fructuosamente en la Eucaristía.

¡FELICES PASCUAS! “Nosotros somos testigos de que Dios lo resucitó al tercer día” (Hech 10,39s). Una de las características esenciales de los cristianos es la alegría, el optimismo y la esperanza, pues somos testigos de que no todo es muerte y pecado, sino que, por la fuerza de Cristo resucitado, hay muchas cosas buenas en el mundo.

Prevalecen la vida, el amor y la gracia. Este es el mensaje que hemos de hacer llegar a los derrotistas de siempre, a los negativos sistemáticos, a quienes descalifican todo lo que hacen los demás. Debemos ser críticos; pero también testigos de esperanza.

¡FELICES PASCUAS! “Lo reconocieron al partir el pan” (Lc 24,35). Jesucristo resucitado se aparece a dos discípulos que iban hacia Emaús, tristes y desconsolados. El les explica las Escrituras y comparte con ellos la mesa; al partir el pan, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Su vida cambió a partir de ese encuentro con Cristo vivo en la Eucaristía.

Hoy también nuestra vida puede cambiar, cuando meditamos la Palabra de Dios y valoramos el sacramento de los sacramentos, que es la Eucaristía. Sin esta fuerza de Cristo vivo, nuestros esfuerzos son débiles, pues sin El nada podemos hacer. En cambio, con Cristo resucitado. “Somos los más felices de todos los hombres”.

“¡Porque nosotros hemos creído en el amor!”.