XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 14, 22-33
Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB
Impulsos Evangélicos
1. <<En la Iglesia y en toda existencia cristiana las cosas se desarrollan siempre entre la confianza y el miedo. Es lo que nos indica el Evangelio de Jesús caminando sobre las aguas>>.
2. El miedo. Una barca lejos de la orilla y amenazada por el oleaje, el viento contrario, la noche.¡ Y un fantasma! Aquellos hombres, a pesar de estar bien curtidos, gritan de espanto.
3. La confianza. La noche pasa, se reconoce a Jesús.¡ Camina sobre el mar! Les habla:<<¡Soy yo!¡ No tengáis miedo!>> y a Pedro:<<¡Ven!>>
4. Juego de la confianza y del miedo. Pedro empieza a caminar sobre las aguas. Pero tiene miedo y se hunde:<<¡ Sálvame!>> Jesús lo coge. <<¿Por qué has dudado?>>Cuestión clave: La respuesta será el impulso de confianza total hacia la que se dirige el texto:<<¡ Tú eres el Hijo de Dios!>>.
5. Este milagro simboliza nuestros miedos hondos y las cimas de nuestra confianza, cuando nuestra fe es vivida por nosotros como una experiencia:<< Realmente eres el Hijo de Dios>>.
6. Elías se refugia en una cueva en el monte Horeb. A mañana siguiente Dios le insinuó que saliera de ella, es decir, que dejara de andar con miedo; y se le mostró, no como un viento fuerte y huracanado, no como un volcán devorador o un terremoto, sino como un suave y blando céfiro, símbolo inequívoco de lo que es o debe ser la religiosidad auténtica: confianza en Dios, más que temor.
7. En el mundo actual hay una gran irreligiosidad. Es un gran mal. La <<criatura sin el Creador>> se esfuma.
8. La base de nuestra seguridad es sabernos y sentirnos hijos de Dios, hijos más que adoptivos en cuanto miembros del Hijo. Tenemos ,en esperanza, un fruto cierto: el más valioso, el que nos da derecho, en cuanto tales hijos, a la gloria misma de Cristo.
9. Tenemos una alianza- una especie de contrato – sellado y rubricado nada menos que con la sangre del Hijo, por el que Dios mismo se compromete a darnos un día la perennidad en el ser, la inmortalidad en el bien; y la liberación de toda mancha o maldad que nos puedan, como ahora, afear...y hasta su misma gloria.
10. El pan, con que Elías se alimentó y cobró fuerzas para llegar hasta el Horeb o monte de Dios, es un buen símbolo del que Cristo nos da en la Eucaristía, de no menor fuerza.