XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Lucas 10, 38-42
Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB
Impulsos Evangélicos
1.
Hay dos mujeres
en el Evangelio de hoy: las hermanas Marta y María.
2.
Marta es la
mujer inquieta, la que atiende las labores de casa sin descanso. Todo lo que
quiere limpio y al día. Marta es simpática, generosa y hospitalaria.
3.
María prefiere escuchar con total libertad de corazón al
Maestro. Le gustaba escuchar sus palabras, atenderle, darle conversación para
que sintiera acogido y amado. Eran amigos íntimos. María era , además, cortés.
Te dice Bernardo Canal, dramaturgo argentino:<< La
cortesía da más lustre al que la prodiga que al que la recibe>>.
4.
A Cristo no le
gusta que la preocupaciones materiales ocupen demasiado espacio en nuestro
espíritu. Le encanta que el trabajo casero se haga con serenidad. Por eso le
dice a Marta que se deje de tanta agitación.
5.
Si eres como
Marta, ten en cuenta las palabras de Jesús:<< No os agobiéis por el mañana,
porque el mañana traerá su propio agobio. <<Buscad primero el reino de Dios y
todo eso se os dará por añadidura>>. Esa <<añadidura>> es lo que te preocupa en
exceso.
6.
Jesús, muy
inteligentemente, ataca esas inquietudes.<< No andéis agobiados pensando qué
vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir...No andéis
preocupados por lo que vais a contestar ante los tribunales...No dejéis que las
preocupaciones de la vida ahoguen la palabra...No dejéis que los afanes aplasten
vuestro corazón...>>.Es lo mismo que ocurre hoy. Jesús se presenta en casa como
el amigo pacífico. Y le extraña la inquietud de Marta.
7.
¿ Cómo le vas a
tratar bien si te falta la libertad, la serenidad y la paz en tu corazón?
8.
La ansiedad lo
estropea todo. Cuando tienes visitas- algunas al menos- estás deseando que se
vayan. O bien, por tu parte, te dedicas a enseñarle el piso, sus riquezas...y
dejas aparte la atención esmerada y cariñosa que la perdona merece. Es perder el
tiempo.
9.
Cuando te alguien te visita, va para verte, para
desahogarse contigo
más que para contemplar tu casa. Quiere tu corazón
y no tus riquezas y muebles.
10. Se cuenta que una madre de familia pasaba gran parte del día recibiendo a personas de toda clase y condición. Era- decía- mi apostolado de creyente. A todo el mundo escucho, le digo una buena palabra, le oriento, le aconsejo. Y todo el que sale de mi casa, vuelve a entrar de nuevo porque ha visto en mí una gran paz y mi corazón abierto como un inmenso océano