Pistas para la Lectio Divina... Mateo, 18, 1-5.10
“Sus ángeles ven continuamente el rostro de mi Padre”.
Presencia del cielo amiga

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

En esta memoria de los Ángeles Custodios, la enseñanza de Jesús nos acompaña: “Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18,10). 

Repasemos brevemente el sentido de esta referencia a los ángeles y abordemos luego la frase de Jesús que acabamos de citar. 

1. El Ángel custodio en la peregrinación pascual 

A propósito de la denominación “ángel”, y fiel al pensamiento bíblico, San Gregorio Magno nos había enseñado: “Hay que saber que el nombre ‘ángel’ designa la función, no el ser, del que lo lleva”. Y la función es ser “mensajero”, o sea, mediación de un Dios al que le gusta relacionarse. 

En el marco de la vivencia de las profundas relaciones entre Dios y su pueblo –en la Alianza- la Sagrada Escritura nos presenta “ángeles” de los cuales Yahvé se sirve para entrar en comunicación. De ellos Dios se sirve y al Él lo sirven. Todo como testimonio de que “Dios está con nosotros”, que no nos abandona, que se interesa continuamente por nosotros, haciendo de nuestra vida una historia de salvación en la cual –fuertemente comprometidos con la historia y responsables con su proyecto creador- caminamos en dirección de Él. 

Tal como nos lo recuerda la imagen del “Ángel de Yahvé” (Ex 23,20), verdadero custodio del pueblo peregrino en el desierto rumbo a la tierra prometida, Dios es nuestro compañero en el camino, nos tiende la mano y sobre todo nos guía para que hagamos de nuestra existencia una dinámica de liberación pascual que haga posible la tierra de la fraternidad. 

Pero esta imagen primera del Ángel del éxodo evoluciona al interior de la Biblia dándonos una visión más amplia de las intervenciones de Dios. Para ello se apoya en el esquema de las antiguas realezas: así como un rey no aparece solo sino rodeado de una corte, igualmente Dios es representado circundado por una especie de consejo de ministros, a los cuales se les llaman “sus ángeles”, “sus mensajeros” (ver Job 1-2; Salmos 29,1; 34,8; 103,20-21 y muchos otros textos).  

En el Salmo 91,11, que el poeta Paul Claudel definía como “el himno de los santos ángeles” leemos: “A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en todos tus caminos”. En este texto la antigua imagen del Ángel que Yahvé manda “para que te guarde (custodie) en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado” (Ex 23,20), se funde con la de la representación de una corte celestial desde la cual Dios sigue custodiando los pasos del hombre por todos los caminos del mundo.  

Como en el Salmo 34,8-9 (“Acampa el ángel de Yahvé en torno a los que le temen y los libra; gustad y ved qué bueno es Yahvé, dichoso el hombre que se cobija en Él”), la imagen de los ángeles custodios pretende inspirar nuestra confianza en un Dios dispuesto a defendernos y a ofrecernos reposo en los tortuosos y atormentados senderos de la aventura de la vida, así como lo hizo también en el de Tobías (en la figura del ángel Rafael; ver Tb 12,6-15). 

La presencia angelical indica, entonces, a Dios mismo que protege no sólo de los senderos pedregosos del desierto sino de todos los terrenos minados por el mal. La presencia de Dios siempre es liberadora.  

2. Dios cuida de sus pequeñitos 

En el evangelio de Mateo 18,10, Jesús evoca la convicción bíblica de que Dios cuida de sus pequeñitos desprotegidos y vulnerables ante la maldad humana. Para ello retoma con su colorido la imagen de la corte celestial que evocamos hace un momento: “Sus ángeles ven continuamente el rostro de mi Padre”. 

La idea es que los “pequeños”, es decir, aquellos que por su fragilidad pueden ser fácilmente excluidos, menospreciados o escandalizados, cuentan con el respaldo de Dios. Quien se convierta en amenaza para uno los “pequeños” tendrá que vérselas con el mismo Dios. Más aún, estos “protegidos” del Padre, son la imagen misma del Hijo por excelencia que es Jesús: “Al que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Pero al que escandalice…” (18,5-6); todo muestra lo grave que es la afrenta contra el “pequeño” y al mismo tiempo –con el verbo “recibir”- enseña de qué manera cada uno debe hacerse “ángel” de Dios para ellos.

Esto tiene todavía otra implicación: si el “pequeño” es el que aparece “custodiado” por Dios, no comprenderemos lo que significa ser protegidos por Dios sino no nos hacemos “pequeños”. La frase “Si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos” (18,4) hace suponer que no puede captar en profundidad lo que significa la “presencia angelical” en su vida quien no se coloca en el lugar del pequeño que confía en Dios y se deja guiar por él. 

El camino pascual por el cual Jesús custodia nuestros pasos es el de la conversión. Y la conversión no es posible sin la docilidad de niño que –como esponja- aprende lo que se le ofrece. Este es el punto de partida de todo crecimiento espiritual. San Agustín prefirió llamarla “humildad” y la comparó a un árbol que sólo es capaz de crecer si tiene raíces profundas. Las raíces profundas del que crece en los caminos del Señor, haciendo el recorrido desde la niñez hasta la adultez, es esta capacidad de abandono humilde y confiado en Dios. Así como las raíces profundas de un niño son la confianza en su mamá y en su papá, así también con el Dios de la vida. 

La confianza en la providencia de un Dios Padre y la docilidad a su enseñanza que nos hace madurar, nos dan la fuerza para superar todas las dificultades de la vida y llegar victoriosos a la meta. Esta certeza que nos inculca Jesús nos da motivos para celebrar su amorosa y permanente compañía en sus santos ángeles. 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Qué entiende la Biblia por ángeles? ¿Por qué para hablar de la trascendencia de Dios que se hace próxima a nosotros en nuestros caminos históricos se acude a esta imagen de los ángeles?

2. Cuando la Biblia habla de los ángeles los coloca en el contexto dinámico del caminar –pascual- de la vida. ¿Me dejo guiar por Dios en los caminos de la vida? ¿Qué respaldo me ofrece Dios y a dónde me quiere conducir?

3. ¿Qué quiere decir Jesús cuando habla de los ángeles en Mt 18,10? ¿Por qué lo dice? ¿Qué implica para un discípulo de Jesús que cada día va aprendiendo lo que es ser “hijo” de Dios y por lo tanto “pequeño” llamado al crecimiento de día en día? 

Oremos 

“Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.
En presencia de los ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo”.

Amén.
(Himno de la Liturgia de las Horas)