Pistas para la Lectio Divina... Lucas 10,13-16.
“Quien a vosotros escucha a mi me escucha”
El perfil del misionero

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Leamos atentamente el texto del Evangelio. Procuremos descubrir su riqueza, de manera que su lectura se convierta en una especie de cursillo-orante de formación misionera. Aquí daremos algunas pautas para que las profundicemos a nivel personal y comunitario. 

Introducción: La Convocación y el envío a la misión (Lc 10,1) 

“Después de esto”. Se refiere a dos escenas anteriores del Evangelio:

- Al comenzar la subida a Jerusalén, Jesús ya había mandado a dos discípulos “por delante de él” (9,52). Esta primera misión fue un fracaso (9,53-54).

- Inmediatamente después, Jesús se encontró en el camino con tres candidatos al discipulado y a ellos les dio tres indicaciones relacionadas con la misión: (1) vivirán siempre como itinerantes y desprendidos de todo (Adondequiera que vayas… sin reclinar la cabeza”, 9,57-58); (2) serán proclamadotes de la Palabra )Tú vete a anunciar el Reino de Dios”, 9,60); (3) trabajarán intensamente como obreros (poner “la mano en el arado”, 9,62). 

“Designó a otros setenta y dos”. La misión de los 72 discípulos, que se sitúa después de una primera misión realizada por los 12 (ver Lc 9,1.10), es el preludio de la evangelización de todas las naciones del mundo; de hecho, el número 72 (o 70) evoca el número de las naciones paganas según Gn 10. Por otra parte, a diferencia de la primera misión ya mencionada, Jesús enseña ahora que la tarea de la evangelización responsabiliza a todos los miembros de la Iglesia y no sólo a unos cuantos. Que esta misión sea anticipo de la misión universal y que anuncien el compromiso de todos, lo podemos ver con mayor claridad en la segunda parte del libro de los Hechos (13-18), cuando sea una realidad plenamente asumida. 

“Los envío de dos en dos delante de sí”. Los discípulos van delante para prepararle el camino a Jesús (como en 9,52) en todos los lugares a donde iba a ir, tal como lo había hecho Juan Bautista un poco antes (ver 7,27). El envío por parejas es signo de testimonio, de la misma manera que en el ámbito judicial la palabra de uno no vale si no es con la confirmación de un testigo. El misionero predica la verdad, no sólo de boca sino también con la ratificación en su propia vida: otro se lo podría ratificar o negar. Este tipo de envío será característico en el Evangelio y en Hechos (ver Lc 19,29; 22,8 –Pedro y Juan- 24,13-35 –Discípulos de Emaús -; Hec3 –Pedro y Juan- 13,2 –Pablo y Bernabé-)-) 

En Lucas 10,2-12 Jesús da las instrucciones básicas sobre el procedimiento de sus misioneros. Uno podría ir leyendo esta parte deteniéndose en los imperativos más importantes que de una forma rítmica van delineando el perfil de un misionero a quien se le dice: ¡ID! (10,13a ) . Estos imperativos son: (1) ¡Rogad!; (2) ¡Mirad!; (3) ¡No llevéis!; (4) ¡Decid primero!; (5) ¡Permaneced!; (6) ¡Curad!; (7) ¡Proclamad!; (8) ¡Salid!; (9) ¡Decid!; (10) ¡Sabed!. 

La evangelización comienza en el corazón orante del discípulo-misionero (primer imperativo) y termina con esta convicción: sea que los destinatarios acojan o no la Palabra, de todas formas la oferta de salvación es un hecho. Hay que proclamar fuertemente que el “Reino de Dios está cerca” (imperativo 10) 

Una serie de contraposiciones caracteriza la instrucción. (1) Muchos/pocos; (2) Corderos/lobos; (3) La paz que reposa/que vuelve; (4) Permanecer/ir de casa en casa; (5) Acoger/ Rechazar; (6) Entrar/Salir de la ciudad. Vale la pena observarlas en el texto y deducir personalmente de allí toda la dinámica interna que caracteriza la misión. 

El tema de la acogida (vv8-9) y del rechazo (vv10-11) está puesto de relieve. De hecho a lo largo de la narración –lo que hemos leído y lo que vendrá- el evangelio pone siempre ante esa disyuntiva, al fin y al cabo, como se había profetizado, “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción” (Lc2,34). El rechazo del Evangelio tiene consecuencias graves (vv11-12). 

Con relación al ámbito de la misión puede notarse que en esta instrucción Jesús le da una preferencia a la misión en las casas (puede entenderse también casas de campo) y en la ciudad. No hay misión de “masas” sino que se busca a las personas dentro de su tejido social propio; el mundo familiar y el tejido urbano. 

Jesús cita tres ciudades del norte de Galilea que le cierran las puertas al evangelio: Corazón, Betzaida y Cafarnaúm, mientras que las ciudades paganas de Tiro y Sidón parecen mejor dispuestas. Frente a este rechazo, modelo de todas las misiones que se cierran, se pone en evidencia: 

1. Que el objetivo de la misión es la conversión: “Se habrían convertido” (10,13). Lo que en última instancia predican los misioneros es el don del perdón de los pecados (don pascual) para lo cual es necesaria la apertura de la conversión. Así lo recoge el kerygma pascual, según el cual, los misioneros son enviados para predicar “en su nombre la conversión  para perdón de los pecados a todas las naciones” (24,47; ver Hech 2,38s; 3,17-20; 5,31; 10,42s; 13,38.41). El misionero obra en la línea de Jesús quien vino a “llamar a conversión… a los pecadores”(6,32). 

2. Que, con relación a los medios misioneros, a la conversión, no se llama solamente por medio de Palabras sino también de HECHOS palpables y contundentes: “Si se hubieran hecho los milagros…”(10,13). 

3. Que, con relación a la actitud esperada en los destinatarios, es fundamental el ESCUCHAR (10,16). Esta no es una actitud pasiva, sino la aceptación (lo contrario del rechazo) del mensaje y su asimilación en la propia vida (ver 6,46-49). 

4. Que no es indiferente la aceptación o el rechazo del mensaje. Quien “escucha” la predicación escucha al mismo Cristo y comienza a vivir como discípulo suyo. Quien rechaza tendrá que asumir la responsabilidad de su actitud ante Dios. (ver 10,14-15) 

5. Que, con relación a los agentes, se habla de una IDENTIDAD TOTAL de stilo0, de palabras, de acción entre Jesús y sus misioneros. Por lo tanto, la manera como sean tratados los discípulos-misioneros se dirige finalmente a la persona de Jesús: “quien a vosotros os escucha, a mi me escucha” (10,16). ¡Para el misionero esta es una gran responsabilidad, una exigencia que lo invita a estar atento todo el tiempo a su propia vida! 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Qué debe tener presente un auténtico misionero de Jesucristo? Y yo, ¿qué aspecto de la instrucción de Jesús a los misioneros debo trabajar más?

2. ¿La tarea evangelizadora que ejerzo o debo ejercer, tiene como fundamento el testimonio? ¿Los que me conocen pueden dar testimonio sobre si aquello que predico está arraigado primero en mi vida? ¿Mi vida es anuncio de Jesucristo?