Pistas para la Lectio Divina... Lucas 9, 18-22.
“Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
La confesión de fe

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

El capítulo 9 de Lucas gira en torno a la cuestión de la identidad de Jesús y el texto de Lucas 9,18-22, en particular, propone una luz clara al respecto.

 

Los relatos de la reacción de Herodes frente a la identidad de Jesús y de la multiplicación de los panes, nos abren las puertas para un momento grandioso en el evangelio: la confesión de fe de Pedro y el primer anuncio de la pasión por parte de Jesús.

 

El relato tiene tres partes:

(1) El contexto adecuado en el cual se plantea la pregunta por la identidad de Jesús: la oración (9,18ª).

(2)   El interrogatorio de Jesús a los discípulos (9,18b-20).

(3)   Una instrucción, severa y difícil, por parte de Jesús acerca de su identidad (9,21-22)

 

Lucas no nos dice en qué lugar se realizó la confesión de fe, más bien se preocupa por decirnos en que el ambiente en la cual se realizó fue el de la oración.

 

Ya vimos antes que Lucas nos presenta a Jesús en oración precisamente en los momentos más importantes de su ministerio y que esto significa que los acontecimientos están insertos dentro del querer del Padre, quien es el que en última instancia conduce la historia.

 

Descubrir la identidad de Jesús no es de ninguna manera algo secundario, es fundamental para el proceso que viene conduciendo el evangelio y que culminará en el relato de los peregrinos de Emaús, cuando los discípulos captarán a fondo el sentido de las palabras, las obras y la muerte del Señor (ver 24,26-27 y el comentario que aparece en la presentación de esta revista).

 

Tengamos presente este hecho a la hora de leer el interrogatorio de Jesús. Él retoma el camino recorrido para ver qué es lo que han entendido acerca de él. Jesús lo hace, no en medio del bullicio de la gente, sino lejos, en momento de retiro y de silencio. Un espacio así nos invita a pensar y a hacer síntesis de lo que estamos viviendo.

 

El interrogatorio tiene dos preguntas: (1) qué dice la gente (9,18b-19) y (2) qué dicen los discípulos acerca de la identidad de Jesús (9,20).

 

Los discípulos han vivido junto a la gente la mayor parte de los acontecimientos que ha narrado el evangelio: las curaciones, los exorcismos, las enseñanzas, y por lo tanto, a la par de la gente, han podido hacerse una idea del Maestro. La opinión popular, según la cual Jesús podría ser Juan Bautista o uno de los profetas resucitados, ya había presentada (ver el relato de ayer). El mismo Herodes había descartado la primera posibilidad. Sólo quedaba la segunda, la del “profeta” escatológico; pero había que especificarla.

 

La pregunta dirigida a los discípulos, los que han estado con el Maestro desde el principio del ministerio y que no han faltado a ningún acto importante de la revelación de Jesús, invita a dar el paso que no ha dado la gente: reconocer la absoluta singularidad de su persona.

 

Pedro dice que Jesús es “el Cristo de Dios” (9,20). Pedro capta la novedad de Jesús, una novedad que está en sintonía con la larga espera del pueblo de Israel: el Cristo (o Mesías). Esta confesión está en sintonía con el pregón celestial que se escuchó la noche de la navidad: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (1,11). El “Cristo” ha llegado y no hay que esperar más, en él está todo. Dios está obrando en medio de nosotros.

 

Pero a Pedro todavía le falta otra novedad por comprender: que el destino de gloria del Mesías llega por la vía de su sufrimiento, que es por medio de la oscuridad de la Cruz que se vislumbrará la extraordinaria grandeza, la gloria y el poderío de su Maestro (ver 9,21-22).

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Qué hecho y qué sigo haciendo para comprender más a fondo la riqueza del misterio de Jesús? ¿En qué me baso para hacerlo?

2. ¿Qué opinión de Jesús tienen en mi familia y en mi círculo de amigos? ¿En qué se diferencia mi opinión de la de ellos?

3. ¿Qué significa que Jesús es un “Cristo” para mí? ¿Qué implica esta confesión de fe?

 

“Espada de dos filos

es, Señor, tu Palabra!

Penetra como fuego

y divide la entraña.

 

¡Nada como tu voz,

es terrible tu espada!

¡Nada como tu aliento,

es dulce tu Palabra!

 

Vivir de tus incendios,

luchar por tus batallas,

dejar por los caminos

rumos de tus sandalias.

¡Espada de dos filos

es, Señor, tu Palabra!

Amén.”

(Himno de la Liturgia de las Horas)