Pistas para la Lectio Divina... Lucas 7, 1-10:
La fuerza salvífica de la Palabra. “mándalo de palabra, y quede sano mi criado”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

El evangelio de Lucas con alguna frecuencia nos recuerda la importancia que tiene la Palabra como instrumento de salvación. Ya desde el relato programático, en 4,21,  Jesús había dicho: “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”; esto se constató en la sinagoga de Cafarnaúm (“¡Qué palabra ésta!”; 5,36) y en medio de lago (“¡En tu palabra echaré las redes!”; 5,5). El pasaje de hoy nos permite comprobar la verdad de esta afirmación y experimentar junto con el centurión romano el poder de la Palabra de Jesús.

 

 

1. La experiencia de la Palabra

 

El centurión romano hace la experiencia de la Palabra de esta manera:        

 

(1) El inicio del relato conecta “todas estas palabras” (7,1) que Jesús le acababa de dirigir a la gente en el Sermón de la Llanura. Enseguida se presenta la situación del siervo del centurión que “se encontraba mal y a punto de morir” (7,2). La primera y la segunda línea se conectan: de las palabras pasamos a las obras de Jesús, las obras verifican la verdad de la enseñanza.

 

(2) El centurión escucha acerca de Jesús (“Habiendo oído hablar de Jesús”, 7,3a). La palabra acerca de Jesús lo hace ir al encuentro del Maestro. Entonces envía donde él unos ancianos de los judíos para rogarle que “venga” para “salvar” a su siervo (7,3b).  Es así como el centurión aparece poniendo en práctica la última enseñanza de Jesús al final del Sermón: “El que oiga mis palabras y las ponga en practica…” (6,47). El centurión, aún sin serlo, se comporta como un discípulo modelo.

 

(3) El centurión romano proclama el poder de la Palabra de Jesús con la profunda humildad de quien está dispuesto a acogerla: “Mándalo de palabra, y quede sano mi criado” (7,7).

 

 

2. La incidencia: la misericordia de Jesús en la familia

 

Esta catequesis sobre el poder de la Palabra de Jesús es la primera de una serie de tres relatos sobre la misericordia.  Los dos primeros tienen que ver con la familia: (1) el gesto de misericordia de Jesús con un padre de familia (como se deduce del v.2: el siervo es como un hijo suyo) y (2) el gesto de misericordia de Jesús con una madre que necesita consolación (la viuda de Naím; relato que leeremos mañana). 

 

Curiosamente en estos relatos el primer joven aparece sin madre y el segundo joven aparece sin padre.  Jesús entra en estas familias para traer la buena noticia de la salvación.    Estos milagros que Jesús realiza serán releídos más adelante como signos de nuevos tiempos (7,22).

 

 

3. La bondad y la gratuidad con el enemigo

 

También es importante notar en el relato de hoy, que Jesús está poniendo en practica lo que acaba de enseñar en el Sermón  de la Llanura sobre el hacerle el bien a los adversarios (ver 6,27.35). 

 

Aun cuando probablemente sea de origen sirio (así parece ser), el centurión representa al pueblo romano que ejerce su dominio político y económico sobre Israel. Los lideres del pueblo de Cafarnaúm saben reconocerle el lado bueno cuando lo presentan ante Jesús como alguien que “ama a nuestro pueblo y él mismo nos ha edificado una sinagoga” (7,5). 

 

Sin embargo, para Jesús lo importante no es el hecho de que este hombre sea un adversario (si bien es casi un prosélito judío), ni tampoco lo es el que éste haya acumulado méritos para “ganarse el milagro” (puesto que Jesús ha dicho que se debe hacer el bien sin esperar nada a cambio; ver 6,35). Lo que importa para Jesús es que hay una vida en peligro y que hay que salvarla (recordemos la enseñanza de 6,9).

 

Y Jesús no sólo ve la necesidad del siervo moribundo sino también la apertura de la fe de su jefe y papá. Es curioso que mientras los judíos alaban la buena obra del centurión (7,5), Jesús lo felicita es por su fe: “Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande” (7,9)

 

La fe del centurión se reconoce en dos detalles:

(1) Su humildad: él se declara indigno de recibir a Jesús bajo su techo, reconociendo de esta forma la superioridad de Jesús sobre él, quien también es una persona de autoridad.

(2) Su  reconocimiento del poder de Jesús, el cual considera absoluto y sin límites.  Él puede mandar con una palabra a la enfermedad y ésta desaparecerá.

 

El centurión, como también tendríamos que hacerlo nosotros, reconoce que la persona de Jesús es grande, pero también lo es su Palabra.

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿En qué forma el centurión romano hace la experiencia de la Palabra?

2. En este mes de la Biblia ¿Cómo he hecho la experiencia de la Palabra? ¿Qué ha cambiado en mí al contacto con Ella?

3. ¿En mi familia y comunidad cuál ha sido y está siendo la buena nueva que Jesús nos trae? ¿Cómo respondemos?